Belleza y Arte Contemporáneo
Las cosas bellas son bellas a causa
de la idea de la belleza…
Las cosas bellas son bellas a causa
de la idea de la belleza…
Platón
La manera como se presentan las cosas no es la manera como son;
y si las cosas fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría.
Marx
Nuestros argumentos fundamentales, con los cuales se elabora este texto, están implícitos en los epígrafes de este documento, ellos son: que la realidad se construye socialmente y que la belleza (y el arte contemporáneo) debe de analizarse dentro de los procesos por los cuales esto se produce.
La idea es proponer que los “conceptos de arte y belleza” son socialmente construidos, lo cual, por supuesto no es nuevo, no sólo se usa actualmente en el análisis del arte contemporáneo, sino que lleva tras de sí un largo historial de indagaciones filosóficas, históricas y artísticas. Por lo que no es preciso que entremos aquí en una discusión sobre las complejidades semánticas en cuanto al uso de estos términos, pero si, cabría preguntarse ¿Es posible aún hallar un criterio sobre qué es lo bello y lo feo en el arte?
La belleza socialmente construida
Dice Susan Sontag que: La mejor teoría de la belleza es su historia. Pensar en la historia de la belleza significa concentrarse en su despliegue en manos de comunidades específicas[1]. Sabemos que en la mayoría de las sociedades occidentales, desde los griegos, y durante más de dos milenios (sobre todo en el ideal Moderno), la belleza fue la característica principal de la obra de arte o de lo que se entendía como tal. Si en Platón el concepto de arte no tenía, al menos esencialmente, una carga estética, en la Poética aristotélica ya encontramos una definición apropiada de belleza artística: orden y magnitud eran las exigencias fundamentales que debía observar una obra lograda, en su Metafísica, Aristóteles añadió otro término, el de armonía. Ese legado griego, sería una fórmula perdurable en la construcción del concepto de arte en occidente. Sin embargo, siguiendo a Sontag: A medida que la postura relativista en los asuntos culturales hacia una mayor presión sobre los viejos valores, las definiciones de belleza –las descripciones de su esencia- se fueron volviendo más vacías. La belleza ya no podía ser algo tan positivo como la armonía.
Así tenemos que un estudio del arte occidental se puede transformar con mucha facilidad en un estudio de la historia de la belleza y de ahí saltar a un estudio de la historia de la construcción de la belleza en el mundo occidental, sin que ello implique, por supuesto, que ni ese mundo ni esa historia hayan sido primordialmente bellos, ni mucho menos que esto sea la historia del arte y la belleza universal, o más propiamente dicho, global. Más bien significa que a lo largo de épocas, y de muy distinta manera en cada una de ellas, la belleza y el arte han sido construidos persistentemente en un anhelo profundo por definir una actividad y un conocimiento humano.
Desde la decoración del hogar, la arquitectura del templo, el diseño del auto, el vestuario pasando por el éxtasis ante las apariencias de otras personas y de las formas de la naturaleza, y más. Todo está gobernado por una construcción de la belleza y el mundo. Sin olvidar que no siempre lo que actualmente llamamos formas estéticas o arte ha sido así. El estudio del devenir del arte contribuye a definir la identidad de cada momento histórico. Hoy, por ejemplo, en una clase de Análisis del Arte Contemporáneo o Estética podemos discutir los valores estéticos del diseño de una bomba atómica o de una maquina de tortura. O como lo propone Luis Camnitzer[2]: discutir la calidad del humor literario empleado para bautizar las bombas tiradas sobre Japón (en la segunda guerra mundial), con los nombres “Little Boy y Fat Man” (niño pequeño y hombre gordo). Esto nos obliga a preguntarnos ¿Por qué no podemos discutir la belleza por ejemplo, de la frase verga de mono? Podríamos analizarla como una prosa o un poema, discutir su ritmo, su género literario, o verla como una expresión de la literatura posmoderna, o proponerla como escultura, etc.
Susan Sontag sostiene que: En general se asume que la belleza es casi tautológicamente una categoría estética, por lo que, de acuerdo con muchos, se opone a la ética. Pero la belleza, aun la belleza en su modalidad amoral, nunca se encuentra desnuda. Y la atribución de belleza nunca deja de entremezclarse con valores morales[3]. El arte tiene que ser analizado en su entorno total, no sólo en sus dimensiones formales, sino, cómo esto refleja las posiciones estéticas y éticas del artista y de la sociedad que lo construye.
La belleza en el Arte Contemporáneo
El arte Contemporáneo se define por la experiencia de disgusto que es capaz de provocar en el espectador. Lo propio y distintivo del arte contemporáneo es concebir el arte desde el punto de vista de la confrontación, ya sea desde la estética, la ética o la provocación física (los performances peligrosos, el arte conceptual, los readymades, pero también las prácticas posminimalistas y el video arte son un ejemplo).
Según Monroe Beardsley[4]: Una obra de arte es una combinación de condiciones que es capaz de permitir una experiencia en su mayoría estética. La disyuntiva en esta definición en el arte contemporáneo, se encuentra en si se concede prioridad a algunas cualidades internas de la obra, o bien, al efecto que produce en el espectador ¿El objeto artístico contemporáneo provoca el efecto estético porque lo busca como una de sus cualidades, o sólo provoca tal efecto, como una condición secundaria a su condición artística?
Susan Sontag sostiene que: La belleza recupera su solidez y su carácter ineludible como juicio necesario para darle sentido a una vasta porción de nuestras energías, de aquello que admiramos, de nuestras afinidades; y las nociones usurpadoras dejan, así, traslucir su absurdo[5].
Marcel Duchamp, al exponer un mingitorio como obra de arte, termino con la búsqueda de belleza sublime (la función de placer que proporciona la obra hacia el goce estético) que occidente creía en toda expresión artística, este cambio significo el alejamiento del ideal universal de belleza, la conquista de lo diferente e inmediato que promovió, rompió radicalmente con la búsqueda de lo nuevo y el progreso, propio del arte moderno. Desacreditar, ridiculizar, vulgarizar, mostrar la belleza como un ideal burgués decadente, se convirtió en el propósito de muchos artistas actuales (lo feo Vs lo bello, lo útil Vs lo accesorio, lo practico Vs lo artístico, lo vulgar Vs lo culto).
El arte actual busca el goce inmediato, el placer banal, lo escatológico, la perversión de valores entendidos y aprendidos por consenso cultural o por la formación académica, y se centra, sobre todo, en la experiencia carnal a través del cuerpo del artista y su psique. El goce estético se mueve entre el dolor y la dicha, la vanidad y el desagrado, sus características más sobresalientes son el juego y la provocación al espectador mediante la manipulación arbitraria de la realidad de los objetos, que son presentados ajenos a su contexto original.
Por otro lado, la belleza liberada del dominio del arte lo invadió todo: la moda, la publicidad, el diseño y cada rincón de la vida cotidiana. Hasta las culturas orientales se rindieron “a la orgía de la tolerancia, al imparable politeísmo de la belleza" (como dice Umberto Eco en su reciente Historia de la belleza). Hace unos días la portavoz de Unilever, Aranya Luepradid dijo "Según nuestros estudios, el 87% de las mujeres tailandesas quieren tener una piel más clara, en Asia, una piel clara representa belleza y bienestar[6]".
Finalmente Susan Sontag sostiene: En el ambiente cultural que, en los últimos años, favorece el tipo de arte más accesible al usuario, lo bello parece ser, si no obvio, pretencioso. Sin embargo, en oposición a esto, el arte contemporáneo se sitúa cada vez más lejos del espectador común, la banalización del arte no trajo por consecuencia su masificación.
La belleza socialmente construida
Dice Susan Sontag que: La mejor teoría de la belleza es su historia. Pensar en la historia de la belleza significa concentrarse en su despliegue en manos de comunidades específicas[1]. Sabemos que en la mayoría de las sociedades occidentales, desde los griegos, y durante más de dos milenios (sobre todo en el ideal Moderno), la belleza fue la característica principal de la obra de arte o de lo que se entendía como tal. Si en Platón el concepto de arte no tenía, al menos esencialmente, una carga estética, en la Poética aristotélica ya encontramos una definición apropiada de belleza artística: orden y magnitud eran las exigencias fundamentales que debía observar una obra lograda, en su Metafísica, Aristóteles añadió otro término, el de armonía. Ese legado griego, sería una fórmula perdurable en la construcción del concepto de arte en occidente. Sin embargo, siguiendo a Sontag: A medida que la postura relativista en los asuntos culturales hacia una mayor presión sobre los viejos valores, las definiciones de belleza –las descripciones de su esencia- se fueron volviendo más vacías. La belleza ya no podía ser algo tan positivo como la armonía.
Así tenemos que un estudio del arte occidental se puede transformar con mucha facilidad en un estudio de la historia de la belleza y de ahí saltar a un estudio de la historia de la construcción de la belleza en el mundo occidental, sin que ello implique, por supuesto, que ni ese mundo ni esa historia hayan sido primordialmente bellos, ni mucho menos que esto sea la historia del arte y la belleza universal, o más propiamente dicho, global. Más bien significa que a lo largo de épocas, y de muy distinta manera en cada una de ellas, la belleza y el arte han sido construidos persistentemente en un anhelo profundo por definir una actividad y un conocimiento humano.
Desde la decoración del hogar, la arquitectura del templo, el diseño del auto, el vestuario pasando por el éxtasis ante las apariencias de otras personas y de las formas de la naturaleza, y más. Todo está gobernado por una construcción de la belleza y el mundo. Sin olvidar que no siempre lo que actualmente llamamos formas estéticas o arte ha sido así. El estudio del devenir del arte contribuye a definir la identidad de cada momento histórico. Hoy, por ejemplo, en una clase de Análisis del Arte Contemporáneo o Estética podemos discutir los valores estéticos del diseño de una bomba atómica o de una maquina de tortura. O como lo propone Luis Camnitzer[2]: discutir la calidad del humor literario empleado para bautizar las bombas tiradas sobre Japón (en la segunda guerra mundial), con los nombres “Little Boy y Fat Man” (niño pequeño y hombre gordo). Esto nos obliga a preguntarnos ¿Por qué no podemos discutir la belleza por ejemplo, de la frase verga de mono? Podríamos analizarla como una prosa o un poema, discutir su ritmo, su género literario, o verla como una expresión de la literatura posmoderna, o proponerla como escultura, etc.
Susan Sontag sostiene que: En general se asume que la belleza es casi tautológicamente una categoría estética, por lo que, de acuerdo con muchos, se opone a la ética. Pero la belleza, aun la belleza en su modalidad amoral, nunca se encuentra desnuda. Y la atribución de belleza nunca deja de entremezclarse con valores morales[3]. El arte tiene que ser analizado en su entorno total, no sólo en sus dimensiones formales, sino, cómo esto refleja las posiciones estéticas y éticas del artista y de la sociedad que lo construye.
La belleza en el Arte Contemporáneo
El arte Contemporáneo se define por la experiencia de disgusto que es capaz de provocar en el espectador. Lo propio y distintivo del arte contemporáneo es concebir el arte desde el punto de vista de la confrontación, ya sea desde la estética, la ética o la provocación física (los performances peligrosos, el arte conceptual, los readymades, pero también las prácticas posminimalistas y el video arte son un ejemplo).
Según Monroe Beardsley[4]: Una obra de arte es una combinación de condiciones que es capaz de permitir una experiencia en su mayoría estética. La disyuntiva en esta definición en el arte contemporáneo, se encuentra en si se concede prioridad a algunas cualidades internas de la obra, o bien, al efecto que produce en el espectador ¿El objeto artístico contemporáneo provoca el efecto estético porque lo busca como una de sus cualidades, o sólo provoca tal efecto, como una condición secundaria a su condición artística?
Susan Sontag sostiene que: La belleza recupera su solidez y su carácter ineludible como juicio necesario para darle sentido a una vasta porción de nuestras energías, de aquello que admiramos, de nuestras afinidades; y las nociones usurpadoras dejan, así, traslucir su absurdo[5].
Marcel Duchamp, al exponer un mingitorio como obra de arte, termino con la búsqueda de belleza sublime (la función de placer que proporciona la obra hacia el goce estético) que occidente creía en toda expresión artística, este cambio significo el alejamiento del ideal universal de belleza, la conquista de lo diferente e inmediato que promovió, rompió radicalmente con la búsqueda de lo nuevo y el progreso, propio del arte moderno. Desacreditar, ridiculizar, vulgarizar, mostrar la belleza como un ideal burgués decadente, se convirtió en el propósito de muchos artistas actuales (lo feo Vs lo bello, lo útil Vs lo accesorio, lo practico Vs lo artístico, lo vulgar Vs lo culto).
El arte actual busca el goce inmediato, el placer banal, lo escatológico, la perversión de valores entendidos y aprendidos por consenso cultural o por la formación académica, y se centra, sobre todo, en la experiencia carnal a través del cuerpo del artista y su psique. El goce estético se mueve entre el dolor y la dicha, la vanidad y el desagrado, sus características más sobresalientes son el juego y la provocación al espectador mediante la manipulación arbitraria de la realidad de los objetos, que son presentados ajenos a su contexto original.
Por otro lado, la belleza liberada del dominio del arte lo invadió todo: la moda, la publicidad, el diseño y cada rincón de la vida cotidiana. Hasta las culturas orientales se rindieron “a la orgía de la tolerancia, al imparable politeísmo de la belleza" (como dice Umberto Eco en su reciente Historia de la belleza). Hace unos días la portavoz de Unilever, Aranya Luepradid dijo "Según nuestros estudios, el 87% de las mujeres tailandesas quieren tener una piel más clara, en Asia, una piel clara representa belleza y bienestar[6]".
Finalmente Susan Sontag sostiene: En el ambiente cultural que, en los últimos años, favorece el tipo de arte más accesible al usuario, lo bello parece ser, si no obvio, pretencioso. Sin embargo, en oposición a esto, el arte contemporáneo se sitúa cada vez más lejos del espectador común, la banalización del arte no trajo por consecuencia su masificación.
Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz. Septiembre 2008
Bibliografía Consultada:
FREELAND, Cynthia, (2003) Pero ¿esto es arte?, Cátedra, Madrid.
GARCÍA, Leal, José, (2002) Filosofía del arte, Síntesis, Madrid.
SONTAG, Susan. (2003) “Un argumento sobre la belleza” en Letras Libres, México, México, febrero de 2003, pp. 12-15.
GUASH, Ana María. (2000) El Arte último del Siglo XX: Del posminimalismo a lo multicultural. Tercera Edición, Alianza Editorial. 2000. Madrid, España
CAMNITZER, Luis (1994) La definición restringida del arte. ArtNexus # 13, Edición internacional de arte en Colombia #59, julio-septiembre 1994, pagina 58.
Notas
[1] SONTAG, Susan. (2003) “Un argumento sobre la belleza” en Letras Libres, México, México, febrero de
2003, pp. 12-15.
[2] Camnitzer Luis (1994) La definición restringida del arte. ArtNexus # 13, Edición internacional de arte en Colombia #59, julio-septiembre 1994, pagina 58.
[3] Ídem.
[4] GARCÍA, Leal, José, (2002) Filosofía del arte, Síntesis, Madrid.
[5] Ídem.
[6] AP (Associated Press), sábado 6 de septiembre 2008, consultado en yahoo, internet.