Cortezas
Roberto
Rodríguez
El
Paisaje en el arte veracruzano está siendo dispuesto como paradigma dinámico de
identidad cultural. La experiencia contemporánea lleva a enfatizar, en los
procesos de construcción de narrativas visuales, la apropiación y la
integración del “lugar” como vínculo activo generador de identidades. Pocos
ejemplos mejores que el de Roberto Rodríguez, cuya obra se caracteriza por
reinventar, desde la escultura y el collage, el paisaje veracruzano.
La
obra y la personalidad de Rodríguez participan de la dinámica que implica una
práctica del arte cualitativamente diversa. Desde la escultura hasta la pintura
o el collage, pasando por la cerámica y el textil, ha producido una serie de
meditaciones en relación al paisaje y la memoria. El recuerdo de las cosas
pasadas como vínculo con el “lugar” es una fuerza motriz en su arte. El proceso
de (re)coleccionar fragmentos de la experiencia vivida, como materia para ser
transfigurada estéticamente, proporciona tanto el antídoto para la amnesia como
el fundamento para (re)construir una identidad cultural heterogénea.
Cuando
se examinan sus relieves y collages se descubre que Rodríguez ha observado con
atención sus recuerdos de la infancia, su entorno geográfico y cultural, y de
ellos ha sacado sus trabajos. En los últimos años, el barro es una presencia
constante en su obra. Muchas de sus cerámicas parecen pinturas texturizadas y
sus collages semejan petroglifos que se confunden con empastes terrosos. A
partir de sus calidades visuales no hay mayor distinción entre la cerámica y el
collage. Esta íntima unión entre materia y representación, entre formas y fondo
es equivalente a su objetivo esencial de mezclar lo visual con lo táctil, de
ligar su producción artística contemporánea con lo ancestral. No se puede dejar
de destacar que las obras de Rodríguez son primordialmente plásticas, en ellas
son admirables sus texturas y patrones, al tiempo que sobresale su profundo
apego al paisaje y la memoria.
Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, octubre
2011