En “Vision and difference”, Griselda Pollock trata el debate sobre la historia del arte y la mujer en la cultura. Para ello estudia la obra de mujeres artistas, en el contexto de las representaciones dominantes de la feminidad. Pollock, se refiere, por supuesto, a la historia del arte que hemos conocido hasta antes de la aparición de los pocos libros como el suyo, esa historia hecha casi exclusivamente por analistas, críticos e historiadores varones. En ese artículo Pollock intenta demostrar que "el verdadero proyecto del discurso de la historia del artes es proponer una celebración de la masculinidad".
En el ensayo Pollock, cita a T.J. Clark, quien describió una crisis en la historia del arte. Empieza por recordar a sus lectores un tiempo feliz, a los inicios del siglo, cuando los historiadores del arte como Dvorák y Riegl se consideraban los grandes pioneros y cuando la historia del arte no estaba reducida a su rol curatorial, sino que participaba en los debates del estudio de la sociedad humana. Desde aquel entonces, la historia del arte se aisló de otras ciencias históricas y sociales; las tendencias de la disciplina eran principalmente anti-históricas.
Pollock, hace una revisión del catálogo realizado por Alfred H. Barr, Jnr., para su exhibición Cubismo y arte abstracto (1936, Museo de Arte Moderno de Nueva York) publicado en 1937, por el historiador marxista norteamericano Meyer Schapiro. Pollock, describió la paradoja del libro de Barr, la cual es mayormente un conjunto de movimientos históricos y es en sí mismo no-histórico. Barr, sugirió, provee lineamientos, narrativa evolutiva de creadores individuales agrupados en estilos y escuelas. La historia es reemplazada de manera meramente cronológica. La fecha de cada etapa en varios movimientos es trazada permitiendo una curva que nos hace ver el arte emergente año con año. Aunque las conexiones nunca están dibujadas entre el arte y las condiciones del momento. Barr excluye, como irrelevante a su historia, la naturaleza de la sociedad en la cual vivía, por ejemplo, el carácter de las estructuras sociales y conflictos, las condiciones de la vida social y su intercambio con producción artística y su consumo.
Para Pollock, la historia que cuenta Barr, es una apariencia, pues se reduce a series de incidentes como una guerra mundial en la cual podría acelerarse u obstruirse el arte, o un proceso interno entre artistas. Los cambios en el estilo son explicados por la teoría del agotamiento, novedad y reacción. En oposición a este tipo de historia del arte cuyas formas son la espina dorsal de la enseñanza de los siglos XIX y XX en gran parte de Norteamérica y Europa. Hoy en día, se buscan los fundamentos de una crítica alternativa. La historia social del arte -desde un análisis marxista de la sociedad- constituye un cuerpo radicalmente nuevo del trabajo de la historia del arte, el cual demanda una competencia con la hegemonía del arte burgués de la historia modernista del arte.
Para Pollock, ha habido historiadores de arte marxistas antes, pero lo que se necesita es un esfuerzo para fundar una tradición, producir un nuevo tipo radical del entendimiento de la producción artística.
Pero hay también elementos del pensamiento marxista acerca del arte y sociedad que podrían ser evitados. En la búsqueda de modelos de una historia social del arte bajo la tradición marxista, la historia del arte feminista debería ser cuidadosa de no reproducir esos errores. Los problemas que Pollock plantea son los siguientes:
1. Tratar al arte como una reflexión de la sociedad que lo produce.
2. Tratar al arte como una imagen de su división de clases. Tratar a un artista como representativo de su clase, para poner a la mujer en el punto de vista de este movimiento.
3. Insistir sobre la organización de fuerzas sociales como factores determinantes en la producción artística.
4. Generalizaciones ideológicas, lo cual es una respuesta al reduccionismo del problema anterior. Ver relaciones entre diferentes áreas culturales.