martes, 6 de enero de 2009

Theodor W. Adorno. Teoría estética 1 y 2

Gabriel Orozco

Theodor W. Adorno. Teoría estética (I).
Sobre el autor · Más citas
1. «Ha llegado a ser evidente que nada referente al arte es evidente: ni en él mismo, ni en su relación con la totalidad, ni siquiera en su derecho a la existencia. El arte todo se ha hecho posible, se ha franqueado la puerta a la infinitud y la reflexión tiene que enfrentarse con ello.»
2. (Sobre la idea de libertad y autonomía) «Y es que la libertad del arte se había conseguido para el individuo pero entraba en contradicción con la perenne falta de libertad de la totalidad.»
3. «La definición de aquello en que el arte pueda consistir siempre está predeterminada por aquello que alguna vez fue, pero sólo adquiere legitimidad por aquello que ha llegado a ser y más aún por aquello que quiere ser y quizás pueda ser.»
4. «El arte, al irse transformando, empuja su propio concepto hacia contenidos que no tenía.»
5. «El arte podría tener su contenido en su propio transitoriedad.»
6. «El arte y las obras de arte son caducas no sólo por su heteronomía, sino también en la constitución de su autonomía.»
7. «De por sí toda obra de arte busca la identidad consigo misma, esa identidad que en la realidad empírica, al ser el producto violento de una identificación impuesta por el sujeto, no se llega a conseguir. [...] Las obras de arte son imitaciones de lo empíricamente vivo, aportando a esto lo que fuera le está negando.»
8. «El arte niega las notas categoriales que conforman lo empírico y, sin embargo, oculta un ser empírico en su propia sustancia.»
9. «El arte es para sí y no lo es, pierde su autonomía si pierde lo que le es heterogéneo.»
10. «El arte es la antítesis social de la sociedad y no se puede deducir inmediatamente de ella.»
11. «No hay arte que no contenga en sí, en forma de negación, aquello contra lo cual choca.»
12. «La misma contemplación de las obras de arte, separada forzosamente de objetivos de acción, se experimenta a sí misma como interrupción de la praxis inmediata, y por ello como algo práctico en sí mismo, al estar resistiendo a la participación activa.»
13. «El arte no es sólo pionero de una praxis mejor que la dominante hasta hoy, sino igualmente la crítica de la praxis como dominio de la brutal autoconservación en medio de lo establecido y a causa de ello. Denuncia como mentirosa una producción por la producción misma, opta por una praxis más allá del trabajo.»
14. «Tanto menos se goza de las obras de arte cuanto más se entiende de ellas.»
15. «Anteriormente, la forma tradicional de enfrentarse con las obras de arte, forma que tiene su importancia para la explicación de las mismas, era la de la admiración: las obras de arte son así en sí mismas, no para el que las contempla. Lo que de ellas venía hacia él y le arrebataba era su verdad, lo mismo que en los tipos kafkianos, en quienes la verdad sobrepuja a cualquier otro aspecto. No eran meros instrumentos de un goce de orden superior. La relación con el arte no era la de la posesión del mismo, sino que, al contrario, era el observador el que desaparecía en la cosa. [...] Quien tiene respecto del arte esa relación genuina en la que él mismo desaparece, nunca considera el arte como objeto.»
16. «Cuando una sociedad no deja ya lugar ninguno para el arte y se asusta de cualquier reacción contra él, es el arte mismo el que se escinde en posición cultural degenerada y cosificada y en el placer propio del cliente que tiene poco que ver con el objeto artístico.»
17. «Y si a pesar de todo el arte no se hace consumible, la actitud para con él tiene que apoyarse en la actitud respecto a los bienes de consumo. Esta aproximación de actitudes se ha hecho fácil porque, en nuestra época de superproducción, el mismo valor de uso de los bienes es cuestionable y cede ante el goce secundario del prestigio, del goce de estar al día, en definitiva del goce de la mercancía; mera parodia del resplandor estético.»
«Pero lo que, de acuerdo con la propia complexión, es sólo posible como naciente y procesual no puede afirmarse a sí mismo sin mentira como algo cerrado, «acabado«.[...] Lo que aparentemente no puede proceder de una actividad constructora es lo que realmente ha sido construido.»
18. «Mediante la duración, el arte se enfrenta con la muerte; la limitada eternidad de las obras es alegoría de la otra eternidad, la que no tiene presencia. La muerte es el destello de lo que la muerte no alcanza.»
19. «Lo que se siente como utopía es sólo la negación de lo existente y depende de ello. Está en el centro de las antinomias contemporáneas el que el arte deba y quiera ser utopía con tanta mayor decisión cuanto que ésta queda obstruida por la realidad funcional y, por el otro lado, para no traicionar a la utopía en el resplandor y consuelo que le son propios, que no pueda llegar a serlo.»
20. «Lo nuevo nos ofrece una enigmática imagen del hundimiento absoluto y sólo por medio de su absoluta negatividad puede el arte expresar lo inexpresable, la utopía. El arte nuevo ha reunido en esa imagen todos los estigmas de lo repugnante y de lo repulsivo. Por su implacable renuncia a toda apariencia de reconciliación puede retener estos estigmas en medio de lo realmente irreconciliado que es la auténtica conciencia de una época. Y es que hoy la posibilidad real de la utopía –el que la tierra, por el estado de las fuerzas de producción, pudiera ser aquí, ahora e inmediatamente el paraíso- se une por su último extremo con la posibilidad de la catástrofe total.»
21. «Las obras de arte importantes tienden a aniquilar todo cuanto no alcanza su nivel.»
22. «El que el arte reflexione hoy sobre sí mismo quiere decir que trata de hacerse consciente de su idiosincrasia y quiere articularla.»
23. «Un arte ejecutado con absoluta responsabilidad termina por hacerse estéril; las obras de arte realizadas con absoluta consecuencia raramente carecen de ese soplo de esterilidad. Pero una absoluta irresponsabilidad las convierte en bromas y la síntesis viene por el camino del concepto adecuado.»
24. «La injusticia que comete todo arte placentero y en especial el de puro entretenimiento va contra los muertos, contra el dolor acumulado y sin palabra.»
25. «Se puede cambiar la negación en placer, pero no en positividad.»
26. «Lo que alguna vez fue verdad en una obra de arte y ha sido negado por el curso de la historia, puede abrirse de nuevo cuando cambien las circunstancias por las que aquella verdad tuvo que ser cancelada: tan profundamente están relacionadas verdad estética e historia.»
27. «Nada debe ser aceptado sin reparos sólo porque exista y porque alguna vez haya tenido algún valor, pero nada tampoco carece de él porque haya pasado: el tiempo solo no es criterio ninguno.»
28. «La participación subjetiva en la obra de arte es una parte de su objetividad.»
29. «Si la tarea del artista debe saltar por encima de su propia contingencia, tendrá él que pagar el precio, distinto del del pensador, de no poder emerger sobre sí mismo y sobre los límites objetivos.»
30. «Tiene que apropiarse lo feo para denunciar en ello a un mundo que lo creo y lo reproduce a su propia imagen, aunque sigue fomentando la posibilidad de lo afirmativo como complicidad con el envilecimiento, fácilmente cambiada en simpatía por lo envilecido.»
31. «La formalización de lo bello es un momento de equilibrio, que es constantemente destruido, porque lo bello no puede retener la identidad consigo mismo, sino que tiene que encarnarse en otras figuras que, en ese momento de equilibrio, se le oponían.»
32. «El camino que recorre la obra de arte hacia su propia integración, que coincide con su propia autonomía, es la muerte de las partes del todo. Cuanto en ella supera su propia particularidad se pierde a sí mismo y se disuelve en la totalidad.»
33. «Ninguna obra de arte puede cuajarse del todo, sus fuerzas quedan así libres y pueden apuntar hacia la reconciliación. El arte es su propia racionalidad crítica y esta crítica no puede desprendérsele.»
«Acusar al arte no racionalista, que se ríe de las reglas de la razón tecnizante, de irracionalismo, no es menos ideológico que la irracionalidad de la fe oficial en el arte que hace entrar en su concepto, según las necesidades, cualquier combinación de couleurs.»
34. «Por medio de la construcción el arte puede salir desesperadamente de su situación nominalista gracias a su propia fuerza, puede despojarse del sentimiento de ser causal y llegar a una cierta obligatoriedad o, si se quiere, a la universalidad. [...] toda construcción rechaza con razón, como ilusoria, cualquier concepción organicista de la obra de arte.»
35. «El arte objetivista es ante todo un oxymoron .»
36. «Lo agudamente moderno no es la imitación de algo anímico, sino la búsqueda de la expresión de algo inexpresado por el lenguaje significativo.»
37. «Emprendiendo y continuando el camino de la racionalidad la humanidad se hace consciente en el arte de lo que olvida la racionalidad y a lo que llega por una segunda reflexión.»
38. «Lo que se manifiesta en la naturaleza pierde, al duplicarse en arte, ese su ser en sí en que se satisfaría la experiencia de la naturaleza. [...] Cuando parece que la pintura se ha reconciliado felizmente con la naturaleza, como en Corot, tal reconciliación se ve afectada por lo momentáneo: un aroma eternizado es algo paradójico.»
39. «Pero el profundo error que hay en la vulgar antítesis entre técnica y naturaleza puede verse en el hecho de que la naturaleza no suavizada por el esfuerzo humano, no tocada por mano alguna, como las morrenas o las pedreras, se asemeja a los montones de desperdicios de la industria que aborrece esa necesidad estética de la naturaleza aprobada por la sociedad.»
40. «La inmediata experiencia de la naturaleza, carente ya de su punta crítica y subsumida bajo relaciones de intercambio –la expresión «industria turística« nos lo está indicando- se ha convertido en vacíamente neutral, en apologética: Naturaleza quiere decir ya Parque Nacional y coartada. La belleza natural es ideológica, lo mediato se ha apoderado de lo inmediato.»
41. «Sentir la naturaleza, percibir su calma es ya un privilegio que se valora comercialmente.»
42. «El arte no imita a la naturaleza, tampoco a una concreta belleza natural, sino a la belleza natural en sí misma.»
43. «El arte necesita de la filosofía que le sirve de intérprete para decir lo que él no puede, y esta posibilidad de hablar sobre el arte se debe precisamente a que él no habla.»
44. «No se puede hablar more scientífico de necesidad en el arte sino sólo en cuanto que cada obra, al estar clausurada en sí misma, tiene poder de evidenciar su ser-así-y-no-de-otra-manera, como si sencillamente tuviera que estar ahí y no se pudiera borrarla con el pensamiento.»
45. «El arte intenta imitar una expresión que no procede de intención humana alguna. Esta intención es sólo su vehículo. Cuanto más perfecta es la obra, tanto más ausente de ella están las intenciones.»
46. «Las obras de arte no se distinguen de los seres transitorios por su perfección superior, sino porque, igual que los fuegos artificiales, se actualizan en el brillo de un instante en su manifestación expresiva. No son tan sólo lo otro respecto de lo empírico, todo en ellas es eso otro.»
47. «No es la menor de las actuales dificultades del arte el que se avergüence de la aparición sin poder prescindir de ella; transparente como es hasta en su constitutiva apariencia, que en su transparencia se le ha vuelto falsa, está corroyendo su misma posibilidad una vez que ya no, según la palabra de Hegel, sustancial.»
48. «El telos de las obras de arte es un lenguaje cuyas palabras no están incluidas en ese espectro lingüístico normal, ni han sido dictadas por una universalidad preestablecida.»
49. «El espíritu de las obras de arte no es un concepto, pero por su medio aquéllas se hacen conmensurables al concepto Cuando la crítica de la configuración de una obra llega a percibir en ella el espíritu y a confrontar los diferentes momentos entre sí y también con el espíritu que en ellos se muestra, está acercándose a su verdad más allá de la configuración estética. Por eso es necesaria la crítica de las obras. Ella es la que reconoce en el espíritu de las obras su contenido de verdad o la que lo separa. Y en este acto, y sólo en él, convergen arte y filosofía, y no en esa filosofía del arte que prescribe a éste lo que ha de ser su propio espíritu.»

Theodor W. Adorno. Teoría estética (II).
Sobre el autor · Más citas
1. «El pensamiento hegeliano «tenemos más necesidad de la ciencia del arte que del arte mismo« es el excedente, en verdad problemático, de su visión jerarquizada de las relaciones mutuas de los distintos dominios espirituales. Pero por lo demás esta afirmación, comparándola con los crecientes intereses teóricos en arte, tiene algo de verdad profética porque el arte tiene necesidad de la filosofía para desplegar su propio contenido.»
2. «El arte lucha tanto contra el concepto como contra el poder, pero para oponérseles necesita, lo mismo que la filosofía, de conceptos.»
3. «La multiplicidad en el interior de la obra de arte ya no es lo que era, sino que está preparada al ocupar un lugar en ella; por ello la reconciliación estética queda condenada a convertirse en desajuste estético.»
4. «Es expresivo el arte cuando habla en él algo objetivo por la mediación del sujeto: tristeza, energía, deseo. La expresión es el rostro doliente de las obras.»
5. «La estética no ha de entender las obras de arte como objetos hermenéuticos; tendría que entender más bien, en el estado actual, su imposibilidad de ser entendidas. La palabra, que se dejó vender absurdamente y sin resistencia como cliché, debería ser recuperada por medio de una teoría que pensara su verdad.»
6. «A cualquiera que no sea capaz, por así decir, de reconstruir [internamente] los rasgos de una obra de acuerdo con su propia estructura, le mirará el cuadro o la poesía con los mismos ojos muertos con que la música mira al que no la entiende, aunque es precisamente esta mirada vacía pero interrogadora la que deben recibir la experiencia y la interpretación de la obra, si no quiere equivocarse; mal puede guardarse quien no advierte la profundidad del abismo; el hecho de que la conciencia quiera preservarse de caer en el error nos da idea de la fuerza que la amenaza.»
7. «Las obras de arte están completamente mudas y desamparadas ante el «¿para qué todo esto?«, ante el reproche de su real falta de objetivos.»
8. «Con todo la manifestación del carácter enigmático o de su carencia en algunas cuestiones falsas por principio está rozando otro ámbito más amplio: son tan inútiles y engañosas como la pregunta por el llamado sentido de la vida; la perplejidad que producen tales preguntas se confunde fácilmente con su inevitabilidad.»
9. «Quien entiende las obras de arte por un proceso de inmanentización de su conciencia en ellas no las entiende, y cuanto más crece su comprensión crece tanto más la conciencia de la propia insuficiencia, de su propia ceguera, a la que se opone el contenido de verdad del arte.»
10. «El lenguaje prefilosófico dice con razón, cuando habla de la experiencia estética, que uno entiende de arte, pero no que entiende arte.»
11. «No hay que disolver el enigma, sino sólo descifrar su configuración y ésta es la tarea de la filosofía del arte. Sólo comprenderá la música quien la escuche con la lejanía de quien no la entiende y con el conocimiento de ella que Sigfrido tenía del lenguaje de los pájaros. La comprensión no hace desaparecer el carácter enigmático.»
12. «La denostada incomprensibilidad del arte hermético es el reconocimiento del carácter enigmático de todo arte. La indignación ante sus obras procede en parte de que sacuden la comprensibilidad de cualesquiera otras. Es universalmente válido el hecho de que las obras aceptadas como comprensibles por la tradición y la opinión pública quedan como galvanizadas en sí mismas y se hacen incomprensibles; las que en cambio lo son de forma manifiesta, las que acentúan su carácter enigmático, son potencialmente las más comprensibles. El arte en sentido estricto carece de conceptos aun en los casos en los que los usa y adopta una fachada de comprensión.»
13. «El carácter enigmático amenaza constantemente a la experiencia de las obras. Si desaparece del todo en la experiencia, si ésta cree ser perfectamente consciente de la cosa en cuestión, entonces el enigma vuelve a abrir crudamente sus ojos. Así se mantiene la seriedad de las obras de arte, la que mira fijamente desde las obras arcaicas y ha quedado oculta en el arte tradicional por su lenguaje habitual hasta haberse convertido en su total vaciamiento.»
14. «Las obras de arte, por mucha que sea la plenitud con que se presenten, son sólo torsos; es en ellas un hecho que su significado no es su esencia, como si ese significado estuviera bloqueado.»
15. «La imagen enigmática del arte es la configuración que se da entre mimesis y racionalidad. El carácter enigmático es algo que en arte aparece de un salto. Es arte lo que queda tras haberse perdido en él lo que primero tuvo función mágica y después cultual. Se ha purificado de su «para qué« –o dicho en paradoja: de su racionalidad arcaica- y lo ha convertido en un momento de su en-sí.»
16. «El contenido de verdad de las obras de arte es la solución objetiva del enigma de cada una de ellas. Al tender el enigma hacia la solución, está orientando hacia el contenido de verdad. Pero ésta sólo puede lograrse mediante la reflexión filosófica. Esto y no otra cosa es lo que justifica la estética.»
«La comprensión del contenido de verdad es lo que postula la crítica. Nada se comprende si no se comprende su verdad o falta de verdad, y éste es el tema de la crítica. Hay influencia recíproca entre el desarrollo histórico de las obras por la crítica y el desarrollo filosófico de su contenido de verdad.»
17. «No hay verdad en las obras sin negación determinada; hoy la estética tiene que exponerlo. El contenido de verdad no es algo que pueda identificarse inmediatamente. Como únicamente es conocido por mediaciones, es mediato en sí mismo.»
18. «El sello de las obras de arte auténticas consiste en que lo que ellas parecen aparece de tal manera que no puede ser engaño, y en que el juicio discursivo no puede llegar a su verdad. Cuando esta verdad es auténtica, niega y transforma, con la apariencia, la obra de arte misma. La determinación de ésta por la apariencia estética es imperfecta: el arte encierra verdad como apariencia de lo que no la tiene.»
19. «El hecho de que las obras de arte estén ahí nos indica que lo no existente puede ser.»
20. «La oposición del arte a la opresión de la civilización sería un consuelo inútil si no tuviera ese veneno que es la negación virtual de la vida.»
21. «Pues como la utopía del arte, lo que todavía no existe está cubierto de negro, éste sigue siendo siempre, a través de todas sus mediaciones, recuerdo, recuerdo de lo posible frente a lo real que lo oprimía, algo así como la reparación de las catástrofes de la historia universal, como la libertad, que nunca ha llegado a ser por las presiones de la necesidad y de la que es inseguro afirmar si llegará a ser.»
22. «La experiencia estética lo es de algo que el espíritu no podría extraer ni del mundo ni de sí mismo, es la posibilidad prometida por la imposibilidad. El arte es promesa de felicidad, pero promesa quebrada.»
23. «La matemática, por su carácter formal, tampoco es conceptual; sus signos no son signos de nada y, lo mismo que el arte, no emite juicios de existencia; se ha repetido muchas veces que tiene esencia estética.»
24. «Nada hay en el arte, aun en el más sublime, que no proceda del mundo; nada tampoco que no haya sido transfigurado.»
25. «Aun la llamada literatura del absurdo participa, gracias a sus representantes supremos, en la dialéctica que expresa con un sentido teleológicamente organizado que no hay sentido ninguno con lo que conserva la categoría del sentido en su negación determinada; este hecho hace posible la interpretación y la está exigiendo.»
26. «Pero universalidad y necesidad implícita siguen inevitablemente siendo conceptos y, por tanto, la unificación que Kant hizo de ambos, el agrado, queda en el exterior de la obra de arte.»
27. «Tanto la estética objetiva como la subjetiva, como polos opuestos, están sometidas a la crítica de la estética dialéctica, la subjetiva porque no es ni trascendental-abstracta ni contingente y dependiente del gusto de cada individuo, y la objetiva porque desconoce la mediación del sujeto en el arte.»
28. «Ninguna obra de arte es sólo lo que quiere, pero ninguna existe sin querer ser algo.»
29. «En el concepto de genio, la idea de creación se transfiere con hybris idealista del sujeto trascendental al empírico, al artista que crea la obra. Esto agrada a la conciencia vulgar tanto por el ethos del trabajo que glorifica la pura creación del hombre sin atender al objetivo de la misma como por evitar a quien contempla el arte todo esfuerzo para entender la cosa: se le ceba con la personalidad del artista que forma el punto culminante del pastiche de su biografía. Pero los autores de las obras de arte importantes no son semidioses, sino hombres falibles, neuróticos frecuentemente y echados a perder.»
30. «Lo genial será siempre paradójico y precario porque, propiamente hablando, nunca puede fundirse del todo lo libremente descubierto con lo necesario. Nada hay genial en arte sin que exista la posibilidad de su derrumbamiento.»
31. «El concepto de originalidad, que es el de lo originario, implica tanto lo muy antiguo como lo que no ha existido todavía, es la huella de lo utópico en las obras. El nombre objetivo de cada obra se puede llamar original. Al ser histórico su nacimiento, también está afectada por una injusticia histórica: por la prevalencia de los bienes de consumo que han de convertir lo siempre igual en siempre nuevo para conseguir clientes.»
32. «El arte trasciende hacia lo no existente sólo a través de lo existente.»
«La perpetua revuelta del arte contra el arte tiene su fundamentum in re. Si es esencial a las obras el ser cosas, no les es menos esencial el negar su propia cosidad y así es como el arte se vuelve contra el arte.»
33. «En arte hay que subrayar la diferencia entre la cosa hecha y su génesis, su hacerse: las obras de arte son lo hecho que ha llegado a ser algo más que simplemente hecho. Es ésta una cuestión enérgicamente agitada desde que el arte se experimenta a sí mismo como transitorio.»
34. «La concepción burguesa del arte está cegada por la ideología al suponer que las obras de arte suficientemente alejadas en el tiempo pueden ser mejor comprendidas que las del propio período. Los niveles de experiencia que tienen las obras contemporáneas de alto rango y cuanto en ellas habla están más cercanos a nuestra experiencia, como espíritu objetivo de los contemporáneos, que otras obras cuyos presupuestos histórico-filosóficos son muy ajenos a la conciencia actual.»
35. «Se puede decir en general que las obra valen tanto más cuanto más articuladas estén: cuando nada muerto ni nada informe queda en ellas; cuando no hay ningún terreno que no haya sido recorrido por su configuración.»
36. «Aun cuando se pretenda realizar algo moderado, sin exageraciones expresivas, lleno de contención, tendrá que realizarse con una extrema energía; el término medio indeciso y mediocre es siempre malo.»
37. «La verdad de las obras de arte, de la que en definitiva depende su rango, es histórica hasta sus fibras más profundas.»
38. «Las obras acabadas han llegado a ser lo que son por medio de un proceso, porque su ser es un devenir.»
39. «Para que la calidad se despliegue históricamente no necesita sólo de su en-sí, sino de lo que sigue tras él y presta relieve a lo más antiguo; quizá pueda decirse que hay relación entre la calidad y un proceso de destrucción.»
40. «El hecho de que no pueda prescindirse en arte de momentos universales, pero que a la vez el arte se oponga a ellos, se debe entender partiendo de su carácter de lenguaje. El lenguaje es enemigo de lo singular y tiende sin embargo a salvarlo.»
41. «No se puede esbozar una teoría de la historia del arte que carezca de contradicciones: la esencia de esa historia es contradictoria en sí misma.»
42. «La técnica es constitutiva del arte porque en ella se sintetiza el hecho de que toda obra de arte fue hecha por hombres, que todo lo que en ella hay de artístico es producto humano.»
43. «Ninguna obra puede comprenderse sin que se comprenda su técnica, como tampoco puede comprenderse ésta sin la comprensión de la obra.»
44. «La industrialización radical del arte, la acomodación completa a los estándards industriales ya conseguidos, entran en colisión con lo que en el arte se niega a cualquier integración. Cuando la técnica artística tiende a la industrialización como a su punto de escape, desde el punto de vista estético esto siempre sucede a costa de la conformación inmanente y, en definitiva, a costa de la técnica misma.»
45. «La paradójica formulación de Kant expresa una conducta antinómica, aunque él no la explicitase: las obras de arte, por la tecnización que inevitablemente las encadena hacia unos objetivos, entran en contradicción con su falta inmanente de objetivos.»
46. «El arte es algo social, sobre todo por su oposición a la sociedad, oposición que adquiere sólo cuando se hace autónomo. Al cristalizar como algo peculiar en lugar de aceptar las normas sociales existentes y presentarse como algo «socialmente provechoso«, está criticando la sociedad por su mera existencia, como en efecto le reprochan los puritanos de cualquier confesión.»
47. «El movimiento inmanente del arte contra la sociedad es uno de sus elementos sociales, pero su actitud manifiesta respecto de ella. Su gesto histórico rechaza la realidad empírica aunque la obra de arte, en cuanto cosa, sea una parte de ella. De poder atribuirse a las obras de arte una función social, sería la de su falta de semejante función. Al diferenciarse de esa realidad que está como embrujada sirven para encarnar, negativamente, un estado en que la realidad llegaría a buen puerto, que es el suyo. Su encantamiento es el desencantamiento.»
48. «Apartándose de la praxis, el arte se convierte en el esquema de la praxis social: toda auténtica obra de arte es una revolución en sí misma.»
49. «Las obras suelen ejercer una función crítica respecto de la época en que aparecieron, mientras que después se neutralizan, entre otras cosas, a causa del cambio de las relaciones sociales.»

Arte conceptual

Gabriel Orozco

Arte conceptual:

Movimiento que aparece a finales de los años sesenta y setenta con manifestaciones muy diversas y fronteras poco definidas. La idea principal que subyace en todas ellas es que la verdadera obra de arte no es el objeto físico producido por el artista sino que consiste en conceptos e ideas. Con un fuerte componente heredado de los ready-made de Marcel Duchamp, es el artista americano Sol Lewitt quien mejor define este movimiento en una serie de artículos publicados en 1967 y 1969. En el arte conceptual la idea o concepto prima sobre la realización material de la obra y el mismo proceso -notas, bocetos, maquetas, diálogos- al tener a menudo más importancia que el objeto terminado puede ser expuesto para mostrar el origen y desarrollo de la idea inicial. Otro elemento a resaltar de esta tendencia es que requiere una mayor implicación del espectador no solo en la forma de percibirlo sino con su acción y participación. En función de la insistencia en el lenguaje, el comentario social o político, el cuerpo o la naturaleza dentro de este arte encontramos líneas de trabajo muy diferentes: body art, land art, process art, performance art, arte povera... Y entre sus más importantes representantes se encuentran artistas como: Joseph Kosuth, Laurence Weiner, el grupo Art & Language, Gilbert and George, Dennis Oppenheim, Walter de Maria, Robert Smithson, Jean Dibbets o Richard Long.

El derrumbe definitivo de la obra de arte - no del arte!



El derrumbe definitivo de la obra de arte - no del arte!

Breno Onetto-Muñoz


[Dr. phil. por la Ruhr-Universität, de Bochum, RFA; y Prof. Investigador de Fondecyt, de la Pontificia Universidad Católica de Chile] El siguiente texto fue leído en la Universidad de Playa Ancha – Valparaíso, el 12 de Noviembre, de 1998, en el ciclo de conferencias: “Nihilismo y Crítica”; el texto fue corregido y releído, otra vez, en Osorno, el 8 de Junio, de 1999, en la Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad de los Lagos. Su publicación se encuentra comprometida para un volúmen colectivo, con el mismo título del ciclo, a publicarse en Playa Ancha, en Revista Et-cetera N°4, en Abril 2001. El texto se inserta también en los trabajos que conforman el Proyecto Postdoctoral de Fondecyt N°3990020 [1999-2002]: Estudio crítico y Traducción de las “Contribuciones a la Filosofía” de Martin Heidegger.

En su largamente revisada conferencia sobre El origen de la obra de arte, de mediados de los años 30, apuntaba Martin Heidegger con la expresión obra de arte al único referente concreto, en donde ir a buscar eso que conocemos por arte. Ni el arte en sí mismo [la idea o concepto] ni el artista, sino únicamente en su carácter cósico es donde cabe buscar el enigma de aquello que acontece como arte. Es allí en dónde ha de iniciarse por tanto la indagación por su ser, por su origen. Pero ¿en que consiste ese carácter cósico de la obra de arte? ¿Acaso bastará responder desde la larga tradición del pensamiento: lo cósico de la obra consiste en ser mero soporte de cualidades, o la unidad de una multitud de sensaciones, o la unión de una forma en una materia? ¿No aparecen las cosas siendo también “trastos” e inclusive meros “útiles”y de uso exclusivo nuestro: lo a la mano de ese objeto, cuyo ser, en Ser y Tiempo, consistía sólo en la fiabilidad para el sujeto que de él se sirve.
Como cosa, efectivamente, la obra de arte es diferente de un mero útil. Heidegger mostró tal distinción recurriendo al famoso cuadro de Van Gogh, que mostraba los viejos zapatos de una campesina. En la descripción de este cuadro, la obra de arte dijo al pensador el modo de darse del ser del útil, su esencia: en el cuadro se puso en obra la verdad de lo ente presente en el mundo. El ser de lo que hay deviene de esa forma, en la obra de arte, en lo permanente de su modo de aparecer. En la verdadera obra de arte como cosa se hallarían por ello los objetos purificados de su mero ser instrumental [su servir para], de su ser subjetivo, y serían devueltos a una dimensión más esencial que los deja reposar, ser en sí mismos, configurando así un mundo propio. ¿Qué mundo empero se muestra en la obra de arte?
Heidegger recoge otro ejemplo, aún más plástico que el anterior: un templo griego. En él ocurre un “levantarse de un mundo y la producción de la tierra”. En efecto, con el templo no sólo se circunscribe lo sagrado a su espacio específico, sino que a su vez se constituye un ámbito abierto en donde adquiere sentido el destino de una comunidad histórica entera de hombres: a saber, el pueblo griego. La obra de arte es tal únicamente si abre un mundo, si deja reposar ese mundo en su pertenencia sobre/con la tierra, que lo alberga cerrándose en su ser. Tal mundo se instaura por ello sobre una materia, la roca, a la que nos remite y hacia donde se retira: la tierra.

En este largo ensayo, Heidegger identifica la tierra con la physis griega, con “aquello hacia donde el nacer hace a todo lo naciente volver”, es decir: en aquello que nace, la tierra se presenta como lo que lo hace emerger y da refugio; como fundamento velado de la verdad como des-ocultamiento (a-létheia). En la obra de arte se abre, por lo tanto, el espacio del conflicto [Streit] esencial entre el mundo (lo humano, lo artificial o cultural) y la tierra (lo natural); una lucha entre lo abierto, que solo ilumina en el marco de lo velado, y lo cerrado, que no es sino aquello que se revela como reserva. De esa forma acontece la verdad del ser del ente. Su puesta en obra como obra de arte es su pro-ducción, como un dejar delante, un despejar que se hace presente quizá como cosa inútil, pero que por su existencia, a su vez, transforma las relaciones del hombre con el mundo y con la tierra, e instaura/funda un origen.
La obra de arte -dice Heidegger- no es sino una de las formas esenciales de presentarse el ser de las cosas en su verdad. Otros modos esenciales de hacerse presente y de fundarse la verdad son la acción (humana) que funda un Estado; la proximidad de lo sagrado o de aquello más ente de lo ente (el ens entissimum); el sacrificio esencial, y el decir del pensador o del poeta [Holzwege, 50]. ¿Pero existe hoy algo parecido al despliegue mostrado antaño por las obras de arte, en el sentido del templo griego o del cuadro de Van Gogh?
En una de sus últimas conferencias, dada en Atenas, en 1967, y titulada El origen del arte y la determinación del pensar[i], Heidegger caracterizara la época actual de la civilización mundial como una época de excesivo dominio técnico, donde la dominación venidera del planeta será caracterizada por la cibernética, así como por la futurología y la sociedad industrial. Lo que impera en esta época es, ante todo, la hegemonía y el triunfo [rotundo!] del método científico (Nietzsche): la calculabilidad en todo orden de cosas, tanto animadas como inanimadas; por lo tanto, de una estricta planificación de un proyecto de mundo pulcramente asegurado y anticipado, y manejado hoy casi en su totalidad por la red global de la información [p.ej., la red www.], en las comunicaciones. El arte -y asimismo la producción en general, surgida de antaño bajo el sabio consejo de la diosa Atenea - protectora de las artes y celosa vigilante del lazo existente entre lo que los hombres producen (téchne) y la physis (ser o verdad), se halla hoy totalmente desarraigado de su origen esencial. En su segunda magna opus, de fines de los años treinta, titulada: Contribuciones a la Filosofía (1936-38), describe Heidegger ese rasgo característico del mundo actual en términos de maquinación o bien de la manipulación total del ente, de la irrupción de lo masivo y de lo gigantesco (del dominio absoluto del pensamiento científico-calculador), y de la creciente experimentación llevada a cabo en todo el ente, como de la absoluta necesidad de educarse [de percibir en forma “exacta” todo] “mediante la vivencia”. En una época, en donde no existe ente, cosa, esto es, objeto que no esté puesto ya bajo el dominio de la producción y de la continua maquinación o manipulación [Machenschaft] (como p.ej., en la próspera y bien expectada manipulación genética de plantas y organismos vivientes); en donde sólo lo gigantesco[ii] es norma o ley de todo lo que el hombre lleva a cabo [cuán absurdo o más bien: in-efectivo nos parece hoy imaginar un acontecimiento sin esa ineludible característica de megaevento]; en donde la ciencia experimental o la tecnología de punta nos domina sin otro mecanismo más que su propia falta de reflexión y cuestionamiento, con resultados [o logros] en nada previsibles (contaminación por trasporte y depósito de material radioactivo sobrante en basurales, hoy incluso destinado al enemigo humano, p.ej., o las grandes quimeras que realiza a diario la ingenieria genética), donde no se percibe un real llamado al pensamiento: ¿por qué no ha de provenir el llamado del arte hoy también del mundo técnico, que controla ya casi toda la producción humana? ¿Qué sucede con la verdad del ente en la modernidad tardía que estamos viviendo, al cumplir su final la época metafísica?

Todo ente cuenta en la época tardía de esta desfigurada modernidad, como una re-presentación calculada de lo real, es decir, como algo efectivo, porque es dominado por una forma precisa de manipulación, que desea y busca solamente la disponibilidad incondicionada y segura de toda instalación de éste como verdad para un sujeto, y esto dentro de un poderoso espectro de dominio, que encierra tanto a la naturaleza humana como a la objetividad del mundo circundante. Lo ente se halla ya asegurado en su re-presentación o imagen exacta previa que de él se ha hecho el sujeto humano en el marco de toda objetividad. De todos modos, a nivel de la técnica o “producción” del ente: todo aquello que hoy hacemos/fabricamos no permanece aislado -como antaño- o “indemne” en medio de las cosas, sino que es colocado en su entidad en la naturaleza y en el mundo público para todos, de modo tal de hacer efectiva la manipulación del ente: así como hay p.ej., calles para autos, galerias en plazas de aeropuertos, construcciones de fábricas e instalaciones de seguridad, etc.; todo se modifica o se arregla, se (dis-)pone o se organiza/ajusta de acuerdo al modo como las cosas han de erigirse en estas instalaciones [Anlagen]. Las cosas, los objetos, todos ellos se ven insertos y trasladados allí, sin más límite que su propia manera de darse en ellas, de ser sujetas por estas instalaciones en su perfecto y exclusivo radio de acción. En el darse de ésto, lo que se realiza, lo hace siempre de manera tal de aparecer como algo “bello”. La belleza sigue siendo aún en la actualidad una medida de determinación fundamental. Bello es lo que agrada en su sentir a la naturaleza poderosa y depredadora del animal humano que somos nosotros mismos. Ahora bien: según se cumpla o no el abandono que hace el ser de los entes, esto es, la Seinsverlassenheit, la falta de sentido y verdad del ente en la época del nihilismo, en beneficio de la pura y lesa maquinación, y del aseguramiento planificado y total de todo cuanto existe, se acabará igualmente con cualquier posibilidad de búsqueda de un sentido detrás o por encima de las creaciones humanas. La consecuencia es que: el arte devendrá otra vez téchne, una pro-ducción, pero en su figura/forma moderna como técnica e historiografía; técnica entendida aquí como producción del ente [de la naturaleza y de la historia], en su calculable factibilidad [Machbarkeit: posibilidad de ser fabricado o facturado], en la manipulación operada por su factividad [Machsamkeit]; pero devendrá téchne, no como una recaída [como vuelta al inicio de antaño], sino como su consumación: el arte moderno es el instalar/erigir [Einrichten] de modo de ob-tener la dis-posición absoluta de todo lo que se produce o se crea en su fabricación; y con la única condición que presta la figura manipuladora del ente mismo: cual es la de provocar también agrado [“estética” de la produción[iii]].
Lo que el arte produce o aquello que nos sale al encuentro como tal, hoy, en una realidad que nos resulta indiscutible, lo analizó Heidegger, a su vez, en un texto de reciente edición, escrito en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, y que lleva por título: Meditación [Besinnung, 1938/9][iv]. El filósofo reparaba allí [pp.30-32] en la futura disolución de los géneros de arte, que en el fondo ya sólo consistirían, por su título, “en zonas de ocupación irreal y apartadas para románticos tardíos y sin futuro” [31].
El arte no vale más como grupo de obras, sean éstas cuadros, la plástica; o la ejecución de las respectivas obras musicales; o la composición de poemas y dramas, u obras que instauren y levanten un mundo en el sentido onto-histórico [seinsgeschichtlich] que lo hiciera el templo griego o el cuadro de Van Gogh. Con las actuales producciones artísticas trátase, más bien, de: “instalaciones” –o formas de im-poner, de montar/erigir o instalar el ente; los poemas p.ej. se muestran hoy como notificaciones o llamamientos en el sentido de proferir lo que ya “es” a la “publicidad” plena y segura, como lo que da la norma o medida. La palabra, el tono y la imagen son medios para articularnos y movernos, para remecer y aglomerar a las masas; en fin: formas de intalar, del montaje [Einrichtung]. La fotografía y el cine no pueden ser comparados históricamente con las viejas obras de arte, ni pueden ser medidos más por ellas; éstas tienen su propia ley, su medida en la esencia consumada metafísicamente por el “arte”, entendido hoy como un montaje/arreglo [Einrichtung], por la fabricación y organización asegurada del ente. El “cine” es entendido aquí como instalación pública de lo que nace socialmente nuevo para lo público, de la moda, de gestos; y en el “vivenciar” de “vivencias” “propias” [piénsese aquí únicamente en el cine modelo norteamericano y su montaje programático de lo afectivo, de la acción, para la chata y respectiva vivencia]. El ente vale como algo que es [real] sólo, en la medida en que se halla integrado en esta vida y puesto en relación con ella, o sea, desde el momento en que es vivido y se torna vivencia [para un sujeto]. Lo que significa que la obra de arte se convierte en objeto de la vivencia y el arte, por ende, pasa a ser expresión de la vida del hombre.
El Kitsch, p.ej. no lo constituyen las películas mismas, sino aquello que ellas, a raíz de la manipulación de la vivencia, tienen que difundir y entregarnos como valioso o digno de ser vivenciado (íbid). Al desaparecer la “obra de arte”, también el Kitsch ha perdido su anti-postura, nacida ésta de su imitar [exclusivo]. Con ello se torna independiente e incluso no se le experimenta más como Kitsch. El Kitsch no es arte malo -dirá Heidegger [no lejos del tema, del que escribiera antes también ya Hermann Broch[v], en 1933], sino la mejor capacidad, pero de lo vacío e inesencial, que luego ha de pedir auxilio, en su carácter simbólico, a la propaganda pública, para poder asegurarse aún de un significado. Asimismo, la imitación o restitución de efectos del pasado no reside en la falta de estilo del mundo de hoy [cf. Hermann Broch[vi]], sino “precisamente en ese desligado adquirir o aceptar todo lo que se a-propia en ese montaje [Einrichtung] de la vida pública masiva, que justamente al igual que cualquier otra forma comunitaria tiene sus individuos y personalidades favoritas. De allí el auge de “productos” de la “industria del arte”, que acierta con la frecuencia asegurada en lo [esteticamente] establecido por todo lo ya probado, instalado y montado, y que proviene de la prepotencia técnica [32]. “Donde, a su vez, el muséo, por otro lado -continúa Heidegger en el mismo texto- no es más el sitio de almacenaje de lo pasado, de una historia con lazos tradicionales, sino la exposición de algo estrictamente planificado que convoca y educa, y de ese modo también vincula” [ídid]. Esta o aquella exposición se pone y se hace conforme a la esencia de la planificación, no a baja escala, paso a paso o en fases; sino que con antelación -por notificación de un poder, por un desfile de números, y en toda su extensión a lo largo, ancho y alto. Significando, en el fondo, que: lo que se muestra en la exposición se lo tiene ya atado y asegurado en lo esencial.[vii]
Pero ¿qué significa que el arte sea visto hoy como mera instalación? Las producciónes del arte aparecen provisoriamente con el carácter de la “instalación”, de un pre-pararse [Vor-richtung] del ente a ser dominado, cuyo mecanismo se haya montado de antemano sobre una transgresión planificada factible de hacerse, y cuyo mecanismo, por su parte, no debiera jamás asomar como tal, sino ser p.ej., ser “inserto” “orgánicamente” en el “paisaje”[viii], en las necesidades y en las medidas de orden público [de orden cultural p.ej., o en la intervención de un espacio político-temporal preciso en el caso de la performance o del happening quizá]. Asegurar y ordenar manipuladoramente todo el ente que ha de ser manejado o manipulado en la producción del arte significa, de antemano, definir que la “creación” devenga instalación, es decir, algo que se coloca e instala en medio de lo ente y de ese modo se lo [de]pone y posee ya asegurado dentro de ciertos adecuamientos entendidos como instauradores de una seguridad. El origen de la instalación es la factividad [Machsamkeit] o el carácter de ser fabricado o “factible” de todo ente por igual. El que se haga posible todo “hacer” manipulador del ente en su totalidad. Al carácter de instalación [Anlage] que poseen las nuevas producciones del arte le corresponde asimismo cierta forma común de re-presentación, de pensar; un tipo de representar y trato con ellas que consiste en: el dominio, la articulación y esta última en cuanto que vivencia, asi como también la educación o el ejercicio de la vivencia: lo que significa específicamente “adiestramiento en ella”, tomar y valorar aquello vivenciable a partir de la esencia manipuladora del ente, lo que significa: no buscar más detrás o sobre el ente, ni menos sospechar de un vacío, sino exclusivamente, y a lo más, encontrar y buscar lo “vivenciable” en la ejecución de lo manipulable de la “propia” vida masiva [de “ente público”] y promover ésto, luego, como lo únicamente válido, lo único que nos entrega seguridad [33] en medio de las cosas.
Al arte se le concibe hoy todavía como expresión de la vida del hombre, puesto que incluso la concepción nietzscheana, apoderada oficial de la versión trágica del arte como aquel gran estimulante para la vida, se sustenta asimismo en una órbita metafísica que conduce a la manipulación absoluta del ente, ocultándose en su verdad. La instalación y el ejercicio de la vivencia pertenecen a esa seguridad manipuladora del ente en su totalidad, y a ese aseguramiento del hombre incluído en ella. La esencia del arte, entendida como aquella esencia oculta y consumada metafísicamente, no precisa más ser comprendida; pues, por el contrario, y en relación con el abandono del ser, el arte decae hacia una utilización puramente cultural, que desconoce su modo esencial de fundar la verdad de las cosas. El olvido del ser por el hombre toma a su vez como medida suya lo ilimitado. Lo propio que allí acontece ha de permanecerle oculto al hombre, como también desplazado. La consideración expresa del arte y la ocupación con él (hasta lo que se practica como historia del arte) se mueve ya en categorías totalmente distintas del pensar corriente, o sea en las exigidas por la vigencia del hombre entendido como sujeto: en la interpretación de la totalidad del ente y del hombre que lo concibe como vida. Arte es hoy expresión de la vida humana y es valorado en función de ésta, hasta donde es posible. Finalmente, lo que la vida signifique se haya puesto ya a una con el tipo de producción artística (p.ej. con la virilidad del hombre en la aparición de enormes musculaturas o de partes sexuadas, en rostros tensos llenos de brutalidad, etc).
“La interpretación del arte como expresión, empero, nos da, a la vez, la señal de que el arte (si bien aún interpretado historiográficamente según su carácter de obra y la posibilidad de su goce) ha de satisfacer [hoy] la esencia de la instalación, cuya forma de apropiación, cuán vana ella sea, sólo puede lograrse a través de un ejercitamiento/adiestramiento con la vivencia.” Incluso la ciencia histórica se muestra en su ser operando de un modo in-esencial; cuando piensa que: “La historiografía como ciencia ha obtenido [en eso] un horizonte nuevo de interpretación; no por posibilidades nuevas de “conocimientos”, creados desde sí mismos, y que no hubieran sido utilizadas hasta ahora, fuera de un lapsus de tiempo correspondiente; y con ello muestra, frente a sus coetáneos, medios igualmente seguros de su superioridad y de un nuevo despertar, dando así ocasión para un aseguramiento de su absoluta e última necesidad [34ss.].” La nunca bien ponderada imprecindibilidad o “necesidad última” de la ciencia, conforme a la cual, la ciencia se ha convertido, en algo totalmente diferente a lo que ella debía -según Heidegger- representar, a saber: la fundación y el camino fundacional de un saber esencial para el asegurarse vivencial de lo manipulable; por ello, frente a esta actitud, la posición esencial del arte entendido como puesta-en-obra-de-la-verdad-del-Ser ha de interpretarse ahora como un salto anticipado en una historia distinta a la manida e interpretada por la metafísica tradicional: desde una historia del arte concebida onto-historicamente o si se quiere, acontecida como pensar que rememora el lugar donde se apropia el Ser.
Una nueva meditación del arte como la que propone Heidegger aquí, no busca, sin embargo, alcanzar una nueva dirección histórica en la empresa llevada por el arte, sino poner a decisión un cambio de naturaleza esencial en el arte, entendiendo a ésta desde una toma de decisión básica acerca del dominio manipulador del ente y la fundación de la verdad del Ser. Tal meditación se sale de toda historia del arte conocida, de tal modo que, una pretendida superación de la estética sólo se lograría cambiando las consideraciones del arte habidas hasta ahora.
Preguntar por la obra tiene otro sentido, ahora, si la observamos a partir del Ser mismo [que acontece] y de la fundación de su verdad. La obra misma llena allí la tarea esencial, cual es: desplegar una [toma de] decisión por el Ser. La obra de arte es considerada en ello como el claro del ocultamiento-desocultamiento del Ser, cuyo lugar contiene la decisión para una esencia distinta del hombre. El arte tiene allí, ante todo, el carácter del Da-sein [del sitial, de la fundación de la verdad y del sentido del Ser], de modo que, sólo es obra lo que pone a decisión, en esencia, el despliegue de los dioses y del hombre en medio del reclamo [o referir del conflicto] recíproco de tierra y mundo. Mientras ese eco no sea oído, el arte no ha de conducir más que a una inadecuada y vana forma de entretenimiento (o de repulsa del aburrimiento, un mero pasatiempo) humano en medio de instalaciones; a manifestarse como eco y constatación de algo delante allí presente, o a dejarse im-poner algo como un objeto causante de asombro, pero nunca como siendo una obra. Aquello que no permita que impere una preparación para una tal decisión, dentro de un círculo de vínculos que devuelva a las cosas su perfil y rasgo propio [de íntimidad y religación] y a los hombres la visión que tienen de sí mismos; mientras haya huído del todo el dios de su creación, no será nunca obra la instalación creada en el arte, ni permitirá la presencia de ésta. Visto ya que el arte en la actualidad no sobresale casi nada en el variado registro historiográfico: se podría incluso pensar que las creaciones que brotan de la producción del arte de hoy no parecen tener la “grandeza” de antaño, ni mucho menos esa pretensión de permanencia, precisamente, quizá, porque no hacen sino perpetuar/persistir en una operación político-cultural de una edad que todavía no acaba de consumirse.

[i] M. Heidegger, Die Herkunft der Kunst und die Bestimmung des Denkens (Academia de las Ciencias y de las Artes, Atenas 4.4. 1967), en: Aus der Erfahrung des Denkens (1910-1976); editor Hermann Heidegger, Frankfurt/a.M. 1983, Gesamtausgabe, tomo N°13. [cf. traducción nuestra en: Revista Mapocho, Nr 46, Santiago 1999]
[ii] Lo gigantesco -das Riesenhafte- se afirma bajo una forma que precisamente parece hacerlo desaparecer: en la aniquilación de las grandes distancias gracias al avión, en la representación en toda su cotidianidad, producida a placer y sin esfuerzo, de mundos extraños y lejanos gracias a la radio. Pero creer que lo gigantesco es simplemente el vacío extendido hasta el infinito de lo que sólo es cuantitativo, es pensar de manera demasiado superficial. Tampoco se piensa con el suficiente alcance cuando se opina que lo gigantesco, bajo la forma de esas interminables cosas nunca vistas, nace únicamente de una ciega pasión por la exageración y la superación. Y no se piensa en absoluto cuando se cree haber explicado el fenómeno de lo gigantesco con la palabra “americanismo”./ Lo gigantesco es más bien aquello por medio de lo cual lo cuantitativo se convierte en una cualidad propia y, por lo tanto, en una manera especialmente señalada de lo grande. Cada época histórica no sólo es diferentemente grande respecto de las otras, sino que además tiene su propio concepto de grandeza. Pero en cuanto lo gigantesco de la planificación, el cálculo, la disposición y el aseguramiento, dan un salto desde lo cuantitativo a una cualidad propia, lo gigantesco y aquello que aparentemente siempre se puede calcular por completo, se convierten precisamente por eso en lo incalculable [Martin Heidegger, Caminos del bosque, Alianza Editorial, Madrid 1997, p.93]. Véase también Ernst Jünger y su concepto de lo prometeico [La Movilización total, 1930; El trabajador, 1932].
[iii] La cuestión del arte en Heidegger no es sino el intento de una superación de la estética, un subgénero también de la metafisica tradicional.
[iv] Martin Heidegger, Besinnung. Gesamtausgabe (GA) tomo N°66, Frankfurt a.M. 1997.
[v] Véase Broch, op. cit. infra, 13s.: “El que produce el kitsch no es una persona que produzca un arte peor, no es un artista dotado de facultades inferiores o quizá nulas; no se puede valorar en modo alguno según criterios estéticos, sino que, simplemente, se le ha de considerar como un ser eticamente abyecto, como un malvado que desea el mal. Y puesto que lo que se manifiesta en el kitsch es el mal radical (el mal que está en relación con cualquier sistema de valores como polo absolutamente opuesto), el kitsch se ha de considerar como “mal” no solamente para el arte sino también para cualquier sistema de imitación. El que hace las cosas por el gusto de que “queden bien”, el que no busca otra cosa que la satisfacción de los afectos que le produce el “quedar bien”, este suspiro de satisfacción, o sea, el esteta radical, se considera autorizado para utilizar, y efectivamente utiliza sin ninguna clase de ponderación, cualquier medio con tal de alcanzar este tipo de belleza. Es la elefantíasis del kitsch, el espectáculo “sublime” ideado por Nerón en sus jardines imperiales, con los fuegos de artificio de los cuerpos de los cristianos ardiendo, para poder “cantar” la escena tocando el laúd (y no es una casualidad que la ambición fundamental de Nerón haya sido la de ser un histrión)./Todos los períodos históricos en los que los valores sufren un proceso de disgregacion son períodos de gran florecimiento del kitsch. La fase final del imperio romano produjo el kitsch y la época actual, que se encuentra al final de un proceso de disolución de la concepción del mundo medieval, no puede ser representada por otra cosa que por el “mal” estético.
[vi] Hermann Broch, >Kitsch y el arte de tendencia<, en: Kitsch, vanguardia y el arte por el arte, Barcelona 1970; cf. también: Ludwig Giesz/ H. Riemann [Das Buch vom Kitsch, München 1936], y C. Greenberg [Avant-Guarde and Kitsch, 1939]. [vii] Esta planificación operante desde la tecnica moderna elimina toda posibilidad de retorno a una versión del arte histórica y defensora de un original, en modo muy análogo a la pérdida del aura propuesta en Benjamin: “La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica. Como esta última se funda en la primera, que a su vez se le escapa al hombre en la reproducción, por eso se tambalea en ésta la testificación histórica de la cosa.” Se puede decir, asi, con Benjamin: en la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta [la manifestación irrepetible de una lejanía, la envoltura de cada objeto, su sentido; B.O.]. En general, “la técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición [del aqui y ahora de la obra irrepetible y única; B.O.]. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de la presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario.” [Walter Benjamin, Discursos Interrumpidos I, Taurus -Buenos Aires 1989, 22s.]
[viii] Pensado estrictamente el paisaje ya ni siquiera se divisa, es o parece como una técnica planificada del medio, o una tecnica que está siempre configurándose. [la nota es de Heidegger]

Minimalismo

Carl Andre

Caracteristicas generales
• Ausencia de contenido formal o de estructuras relacionales.
• Abstracción total: las obras operan sólo en términos de color, superficie y formato.
• Carácter "opaco" (negación de calquier efecto ilusionístico) y literal (conforme a su verdadera naturaleza, la pintura es sólo "pigmento específico" sobre una "superficie específica").
• Máxima sencillez.
• Cualidad casi inmaterial.
• Superficies enfáticas monocromáticas, generalmente pintura blanca sobre fondo blanco o de otros colores apenas modificadas con líneas y puntos casi imperceptibles, por marcas cerca del borde o por pincelazos.
• Utilización directa de los materiales que son mínimamente manipulados.
• Empleo de distintos materiales a fin de explotar la interación de sus características físicas.
• Creación de contrastes como brillante-mate, suave-áspero, opaco-transparente, y grueso-fino.
• Aplicación de la pintura empastada con efectos de jaspeado o a base de gruesas pinceladas paralelas, a fin de acentuar el carácter literal.
• Comúnmente, telas de gran formato sin marco.
• En general, predominio de formatos y colores neutros.


Gabriel Fuentes

Entre los más destacados artistas minimalistas figuran: Ellsworth Kelly, Frank Stella, Donald Judd, Jules Olitski, Kenneth Nolan, Jack Youngerman, Dan Flavin, Carl André, Robert Morris, Tony Smith, Larry Bell, John McKracken, Sol Lewit, Larry Poons, Ald Held y Morris Louis.




FELIX GONZALES TORRES


EL minimalismo historico:



En 1951 se presentó una exposición en el Museum of Modern Art de Nueva York en el que se exhibieron obras de los artistas que conformaban el movimiento definido con el nombre de Expresionismo Abstracto. La muestra fue todo un éxito, paradójicamente, todo un fracaso para los artistas quienes pretendían con sus trabajos una crítica profunda a las bases de esa sociedad que ahora los aplaudía.Transcurrieron los años 50 y nada cambió en la sociedad moderna, por el contrario, el avance de la cultura de masas fue cada vez mayor, la sociedad del consumo, la producción en serie, la tecnología y la moda dieron lugar a movimientos artísticos como el Pop-Art, "efímero, popular, barato, producido en serie, joven, ingenioso", según palabras del británico Richard Hamilton, artista perteneciente al movimiento.Durante la década de los 60 un grupo de artistas levanta un nuevo frente a las tendencias predominantes, encabezadas por el Pop-Art, en pleno auge, y propone una corriente estética en la que predominarían colores puros y formas geométricas simples. En el campo de la escultura apoyaron estas ideas obras de Robert Morris, Carl Andre, Dan Flavin, Sol LeWitt y Richard Serra, quienes diseñaron una serie de estructuras en las que predominaron de manera categórica formas geométricas básicas, así como materiales rudimentarios.En el año 1965, en un artículo publicado en la revista Art Magazine, el filósofo Richard Wolheim utiliza el término “minimal” (mínimo) para referirse a las pinturas de campo de color de Ad Reinhart, una serie compuesta por superficies de un metro cincuenta de tamaño en las que una oscura cruz se perdía a primera vista en un fondo de tono muy similar. El término de Wolheim se usaría posteriormente para definir una serie de obras de principios de los 60 que enfrentaban al expresionismo abstracto con formas puras. Así se formaliza el nacimiento del “Minimal Art”, también conocido como Minimalismo.Numerosos artistas han considerado como las primeras concepciones minimalistas obras como las de Kasimir Malevich, Vladimir Tatlin y Piet Mondrian, y, al igual que Wolheim, también los "ready-mades" de Marcel Duchamp.La corriente rechaza las premisas del expresionismo abstracto, el subjetivismo, la carga emotiva, la improvisación y la espontaneidad, son sustituidas por un arte preconcebido, rigurosamente conceptual, simple, de ejecución anónima. Del Pop-Art, son víctimas del Minimalismo su colorismo, la exagerada importancia brindada a los medios de comunicación y el fenómeno de lo comercial.Los minimalistas reducen a la "mínima" expresión los elementos de su arte. En el caso de la pintura, ésta también es conocida como “pintura del silencio” ya que las obras se apartan del "ruido" de formas y objetos de la sociedad de consumo, se oponen al “bullicio” del Por-Art. Destacan entre los pintores Robert Ryman, Agnes Martin y Brice Marden. Por su parte, escultores y arquitectos aplican el carácter reduccionista de la corriente a los volúmenes y las formas.

El Origen de la obra de arte

El Origen de la obra de arte
Reflexiones en torno al arte y la verdad según Heidegger

El presente escrito es sobre un texto que Heidegger redacto a mediados de los años treinta, titulado “El origen de la obra de arte” (traducido en Caminos de bosque, ed. Alianza, 1996).
Heidegger, como sucede con todo gran pensador, intento definir qué es la verdad y, también qué es arte. Para esto, Heidegger se plantea a la filosofía como ‘ontología’, como saber del ser (algo que alude, a un acto, una acción, un acontecer, una manifestación; “ser” es, ante todo, el aparecer de lo que aparece, aquello por lo que y desde lo cual los entes son lo que son y lo que pueden ser, ganando cada vez lo que les es propio).
Heidegger denomina al “Arte” como el origen de la obra y del artista, por lo tanto la pregunta por el origen de la obra de arte se transforma en pregunta por la esencia del arte, describe, por un lado, la pregunta sobre el arte como un círculo vicioso, donde lo que es el arte nos lo dice la obra, pero lo que es la obra sólo nos lo puede decir la esencia del arte.
El artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista. Ninguno puede ser sin el otro. Pero ninguno de los dos soporta tampoco al otro por separado. El artista y la obra “son” en sí mismos y recíprocamente por medio de un tercero que viene a ser lo primero, aquello de donde el artista y la obra de arte reciben su nombre: el arte.
Es importante destacar que a pesar de que el artista y la obra, son necesarios, y juegan un papel importante. El centro del arte, para Heidegger, no es ni el artista, ni el espectador, ni el arte en sí mismo, sino que debe buscarse en el carácter cósico, de la obra. Es ahí donde debe buscarse el enigma de aquello que acontece como arte. Es allí en donde ha de iniciarse por tanto la indagación por su ser, por su origen.
Así, plantea que para encontrar la esencia del arte, hay que buscar en las obras de arte y preguntarnos qué son y cómo son. Por tanto, llega a la conclusión que las obras de arte son ante todo cosas.
Todas las obras poseen carácter de cosa.
Pero de inmediato añade:
Es verdad que la obra de arte es una cosa acabada, pero dice algo más que la mera cosa: es alegoría, es símbolo.
Pero, no estoy muy seguro ¿en qué consiste ese carácter cósico de la obra de arte? Yo lo entiendo de manera muy simple, como el ejemplo de la Mona Lisa que observamos en clase, en el cual, esta pintura de Leonardo da Vinci que es tan importante en la historia del arte y se encuentra fuertemente custodiada en el museo de Louvre, además de ser una imagen que vemos reproducida en miles de lugares y que independientemente de todo lo que encierra, es también simplemente pintura embarrada sobre un lienzo, que podría usarse para tapar el agujero de una casa por donde se cuela el viento.
Continuando con Heidegger, posteriormente se pregunta sobre la coseidad de las cosas y señala diferentes interpretaciones, así también, nos plantea el ser del ente y el carácter de utensilio del utensilio, que es el proceso de utilización del utensilio, más la plenitud de un modo de ser esencial del utensilio y su fiabilidad que mantiene a todas las cosas reunidas en sí, según su modo y extensión. Heidegger nos planteó la coseidad de la cosa, y todas estas cuestiones, recurriendo al famoso cuadro de Van Gogh, que muestra los viejos zapatos de una campesina. Heidegger afirma que: En la obra de arte se ha puesto manos a la obra la verdad de lo ente. En la descripción de este cuadro, nos explica que la obra de arte mostró su esencia como cosa donde el ser de lo ente alcanza la permanencia de su aparecer, es decir que los zapatos de la campesina no son sólo la descripción de los zapatos, su representación, también nos muestra su utilidad y el desgaste por el trabajo y por el uso y nos habla de la persona que los usa, en este caso una campesina, que trabaja desde que amanece y sufre de la fatiga de un día de trabajo, y así las botas campesinas son devueltas a una dimensión más esencial que los deja reposar, ser en sí mismos.
Posteriormente se cuestiona sobre las bellas artes y su carácter de representación y señala:
La obra no se trata de la reproducción del ente, sino más bien de la reproducción de la esencia general de las cosas.
Un intento de explicar esto, para mí es que la obra de arte no es, en sentido literal, una re-presentación: la representación de algo que ya estaba antes ahí. La obra de arte, para Heidegger es la presentación de algo, la apertura del lo ente en su ser, el acontecimiento de la verdad, esto es en lo que se concretaría la posible verdad del Arte. Pero a continuación se pregunta
¿Qué será la verdad misma, para que a veces acontezca como arte? ¿Qué es ese ponerse a la obra?
Muchas veces he sentido la inquietud de que una obra no se puede apreciar en su esencia, con esto me refiero a cuando Heidegger se pregunta si la obra puede ser accesible en sí misma, cuando la veo en una pared de mi casa está cumpliendo una función tal vez decorativa, si está en un museo es parte de la institución que se encarga de su cuidado y mantenimiento, si está siendo comprada es mercancía. Por tanto me pregunto si realmente puede reposar en sí misma, porque siempre está en función de algo más. Para que esto sucediera considero que debería flotar alejada de cualquier contexto ajeno a su ser-obra.
Heidegger nos propone después otro ejemplo, aún más complejo que el anterior: un templo griego. En él ocurre un levantarse de un mundo y la producción de la tierra. Nos dice que, con el templo no sólo se circunscribe lo sagrado a su espacio específico, sino que a su vez se constituye un ámbito abierto en donde adquiere sentido el destino de una comunidad histórica entera de hombres: el pueblo griego. La obra de arte es tal únicamente si abre un mundo, si deja reposar ese mundo en su pertenencia con la tierra. Tal mundo se instaura por ello sobre una materia, la roca, a la que nos remite y hacia donde se retira: la tierra.
Posteriormente, Heidegger, en su análisis del templo griego, nos explica qué considera como tierra e identifica la tierra de esta manera:
La tierra es aquello en donde el surgimiento vuelve a dar acogida a todo lo que surge como tal. En eso que surge, la tierra se presenta como aquello que acoge.
Esto lo entiendo de la siguiente manera, en aquello que nace, la tierra se presenta como lo que lo hace emerger y da refugio; como fundamento velado de la verdad como des-ocultamiento. En la obra de arte se abre, por lo tanto, el espacio del conflicto esencial entre el mundo (lo humano, lo artificial o cultural) y la tierra (lo natural); una lucha entre lo abierto, que solo ilumina en el marco de lo velado, y lo cerrado, que no es sino aquello que se revela como reserva. De esa forma acontece la verdad del ser del ente. Su puesta en obra como obra de arte es su pro-ducción, como un dejar delante, un despejar que se hace presente quizá como cosa inútil, pero que por su existencia, a su vez, transforma las relaciones del hombre con el mundo y con la tierra, e instaura/funda un origen.
Continuando con su texto, Heidegger, nos explica que es instalar:
Ese instalar es erigir en el sentido de consagrar. Instalar no significa aquí llevar simplemente a un sitio. Consagrar significa sacralizar en el sentido de que, gracias a la erección de la obra, lo sagrado se abre como sagrado y el dios es llamado a ocupar la apertura de su presencia.
Heidegger, señala que la verdad de la obra de arte se establece en y como una lucha, una tensión, en el seno de cada obra, entre su mundo y su tierra, siendo mundo lo desplegado por la obra y tierra lo replegado en la obra.
Alzándose en sí misma, la obra abre un mundo y lo mantiene en una reinante permanencia.
Ser obra significa levantar un mundo.
Un mundo hace mundo y tiene más ser que todo lo aprensible y perceptible que consideramos nuestro hogar. Un mundo no es un objeto que se encuentre frente a nosotros y pueda ser contemplado. Un mundo es lo inobjetivo a lo que estamos sometidos mientras las vías del nacimiento y la muerte, la bendición y la maldición nos mantengan arrobados en el ser.
Para Heidegger: levantar un mundo y traer aquí la tierra son dos rasgos esenciales del ser-obra de la obra. El Arte, dicho de otro modo, posee tanto un aspecto óntico (lo que es, el ser, ente, referente a los entes[1]), como otro ontológico (se refiere al ser de los entes). La obra de arte -dice Heidegger- no es sino una de las formas esenciales de presentarse el ser de las cosas en su verdad.
Cuando Heidegger propone vincular el arte y la verdad lo hace, redefiniendo qué es la verdad. La acepción tradicional es que la verdad es una conciliación con la realidad, pero Heidegger propone algo más radical: la de la verdad como desocultamiento. Sólo de este modo el Arte puede comparecer como uno de los modos en los que la verdad acontece.
Para Heidegger la verdad es un desocultamiento, pero a su vez la verdad es la no verdad pero no en sentido de falsedad si no como dialéctica.
Como conclusión diría que Heidegger intenta restablecer el vínculo entre el arte y la verdad, haciéndonos ver que el arte es un modo o aspecto de la verdad. Algo que, en primera instancia nos puede parecer chocante, porque contraviene algunas ideas aún vigentes; sobre el nexo entre el conocimiento y la verdad; la moral y el bien; lo bello y lo sublime. Heidegger piensa que esto no tiene por qué ser aceptado, subrayando que todo esto tiene que ser replanteado a fondo.
Para Heidegger el Arte es una fuente, porque actúa como un manantial del que brotan, obras de arte en torno a las cuales crece una constelación (que incluye a los artistas y al público, a los modos técnicos de elaboración y a los canales de difusión).
Según entiendo, el Arte no es algo, al servicio del Hombre, a su disposición como medio para llegar a ser él mismo. Más bien hay que pensar que estamos al cuidado de él, que nos corresponde cuidar de él como de algo ‘sagrado’.

[1] Óntico, tomado del Diccionario de la Real Academia Española.

LA FORMA MÍNIMA

La forma mínima 3, mixta sobre madera, 140 x 140 cm, 2008

La forma mínima 2, mixta sobre madera, 140 x 140 cm, 2008
La Forma mínima 1, mixta sobre madera, 100 x 120 cm, 2008La


La Forma Mínima
Obra reciente

Forma Mínima es un proyecto pictórico que se construyo a partir de la reducción formal de los elementos visuales y de los conceptos promovidos en el minimalismo acerca de la pureza de las formas (donde se elaboraron una serie de obras, bajo la idea: menos es más).
Con este fin, se diseñó un programa creativo basado en la elaboración de 20 pinturas, en diversas técnicas (acrílico, grafito, cera, pátinas, y paladio) sobre madera en formatos que van de los 100 x 120 cm a 140 x 140 cm, partiendo del análisis de una forma básica semejante a una nuez, la cual sufrió pequeñas variables en cada una de las piezas. Estas variables, a manera de serie, van dirigidas a analizar su capacidad discursiva y perceptual. Para ello, se organizo un procedimiento diseñado con las siguientes características:
1.- Abstracción
2.- Economía de lenguaje y medios
3.- Producción y estandarización
4.- Uso literal de los materiales
5.- Austeridad con ausencia de ornamentos
6.- Purismo estructural y funcional
7.- Geometría elemental
8.- Precisión en los acabados
9.- Reducción y síntesis
10.- Sencillez
11.- Concentración
Esta serie analiza la relevancia de la forma mínima a partir de un enfoque morfológico, sistémico, perceptivo y significativo, es decir, nos enfocamos en el estudio de la reducción estructural: las formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad, mediante un criterio de economía (máximo orden y mínimos medios) y de sistemas seriales o modulares (las partes individuales no son relevantes, el problema principal es el sentido del todo). El objetivo es presentar una reevaluación del minimalismo desde una perspectiva contemporánea.
Esta serie se destaca por la composición rígidamente geométrica y la ausencia de elementos ornamentales, por lo que la poética de los cuadros radica en la reiteración, la sutileza de los acabados y el trabajo con los materiales, en donde se funden los elementos en el lenguaje puramente pictórico.
La intención fue trabajar con una actitud abierta y con una especie de método, más que con un modelo cerrado o un estilo, la parte fundamental de esta propuesta es un ejercicio sobre los conceptos del minimalismo histórico; dicho ejercicio resulta de una labor deconstructiva que permite reformular significados y significantes. Todo se convirtió en ausencia: ausencia de elementos, ausencia de contrastes, de colores, ausencia –incluso- de significado o más propiamente dicho, ausencia de un solo significado. Bajo este punto de vista, estamos hablando de una obra oscura, críptica, no tanto en la forma como en el concepto, se busco además, que las pinturas operaran sólo en términos de material, superficie, tamaño y color.
Sea como fuere, la huella del minimalismo ha sido poderosa y persistente en esta serie. No sólo en el empleo recurrente de formas elementales (simples, básicas y primitivas), muy claro desde el principio del proyecto, sino en otros aspectos más sutiles como son el gusto por la repetición, y la neutralización anecdótica. Por eso podemos decir que se ha desplazado el acento desde las teorías a los procesos, esto tiene que ver con el uso de los materiales y las posibilidades del lenguaje estrictamente pictórico (conforme a su verdadera naturaleza, la pintura es sólo
"pigmento específico" sobre una "superficie específica").
La intención principal es que estos criterios de semántica y economía de la forma puedan ser aplicados en la producción personal dentro del arte actual a favor de entender la obra no solo como un sistema cerrado de relaciones internas sino como un elemento en el sistema exterior: obra-medio ambiente-espectador.
En esta obra se da una humanización de los conceptos del minimalismo clásico. Esta humanización del minimalismo se ha operado con los instrumentos técnicos y con las estrategias del primitivismo, que permiten una regresión a la naturaleza y a lo elemental. Pero la atención a lo primitivo no es meramente c asual: se presenta como el resultado de la reflexión teórica y el trabajo con los materiales.
En la vieja discusión del arte contemporáneo por la vigencia de los lenguajes convencionales (en este caso la pintura), hemos mostrado nuestra preferencia por los trabajos que tienen sentido por la renovación de los lenguajes, sean éstos convencionales o no. Por eso se aboga por las formas sencillas, sobrias y discretas.

Manuel Velázquez
Enero de 2009

Bibliografía sobre minimalismo y arte contemporaneo

Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA


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No es sólo lo que ves: Pervirtiendo el minimalismo. Marta González Orbegozo, Gerardo Mosquera (eds.). Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 12 diciembre 2000 – 19 febrero 2001. Madrid, 2000

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OTRAS FUENTES

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· Exposiciones

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· Páginas web de artistas

Jo Baer: http://www.jobaer.net/ Marcia Hafif: http://www.marciahafif.com/index.html Julian Opie: http://www.julianopie.com/ Ben Willikens: http://www.benwillikens.de/

· Otras paginas

www.pezo.cl/pag_base/pag_anexas/pag_listas/pag_cuadros/STUDIO/S_WRITINGS_PDF/
LA MAQUINA INUTIL.pdf
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http://artstudiomagazine.com Revista digital con temas del arte costarricense y del mundo.
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http://aprendersociales.blogspot.com/2008/02/ad.-reinhardt.html
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CATÁLOGOS DE EXPOSICIÓN

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· Adolf Hölzel und sein Kreis. Ein Beitrag Stuttgarts zur Malerei des 20. Jahrhunderts. Württembergischer Kunstverein, Stuttgart, 8 septiembre – 5 noviembre 1961. Stuttgart, 1961
· Geometric Abstraction in America. John Gordon (ed.). Whitney Museum of Art, Nueva York, 20 marzo – 13 mayo 1962. Nueva York, 1962
· A New Aesthetic. Barbara Rose (ed.). Washington Gallery of Modern Art, 6 mayo – 25 junio 1967. Baltimore, 1967
· Kompas 3. schilderkunst na 1945 uit New York / Paintings after 1945 in New York. Stedelijk van Abbemuseum, Eindhoven, 18 octubre – 1 diciembre 1968. Eindhoven, 1968
· Minimal Art. Lucy R. Lippard, E. Develing (eds.). Haags Gemeentemuseum, 23 marzo – 26 mayo 1968. La Haya 1968. (Edición alemana: Karl Ruhrberg (ed.). Städtische Kunsthalle Düsseldorf, 17 enero – 23 febrero 1969; Akademie der Künste, Berlín, 23 marzo – 27 abril 1969. Düsseldorf, 1969)
· Das Bild einer Geschichte 1956/1976: Die Sammlung Panza di Biumo; die Geschichte eines Bildes, action painting, newdada, pop art, minimal art, conceptual environmental art. Germano Celant (ed.). Kunstmuseum Düsseldorf, 19 septiembre – 2 noviembre 1980. Milán, 1980Radical Painting. Thomas Krens, Lily Weil (eds.). Williams College of Art, Williamstown, 3 marzo – 22 abril 1984. Williamstown, Massachussetts, 1984
· Die Sammlung Marzona. Arte Povera, Minimal Art, Concept Art, Land Art. Lóránd Hegyi, Egidio Marzona, Rainer Fuchs (eds.). Museum Moderner Kunst Stiftung Ludwig Wien im Palais Liechtenstein, Viena, 14 junio – 17 septiembre 1995. Viena, 1995
· Minimalisms. Christoph Metzger, Nina Möntmann, Sabine Sanio (eds.). Akademie der Künste, Berlín, 14 noviembre – 20 diciembre 1998. Hatje & Cantz, Ostfildern, 1998
· Minimal Maximal. Die Minimal Art und ihr Einfluss auf die internationale Kunst der 90er Jahre / Minimal art and its influence on international art of the 1990s. Peter Friese (ed.). Neues Museum Weserburg, Bremen, 11 octubre 1998 – 10 enero 99 / Kunsthalle Baden-Baden, 22 enero – 21 marzo 1999 / Centro Gallego de Arte Contemporáneo, Santiago de Compostela, 16 junio – 4 julio 1999 / Chiba City Museum of Art, Chiba, 10 abril – 3 junio 2001 / National Museum of Modern Art, Kyoto, 19 junio – 5 agosto 2001 / Fukuoka Art Museum, Fukuoka, 23 octubre – 23 noviembre 2001 / National Museum of Contemporary Art, Seoul, 20 enero – 20 marzo 2002. Neues Museum Weserburg, Bremen, 1998
· Minimal – Concept: Zeichenhafte Sprachen im Raum. Christian Schneegass (ed.). Publicación del congreso editada con motivo de la exposición Zeichnen ist eine andere Art von Sprache. Minimal – concept. Akademie der Künste, Berlín, 21 de febrero – 25 abril 1999. Berlín, 1999
· Oskuldens århundrade – den vita monokromens historia /Century of Innocence – The History of the White Monochrome. Bo Nilsson, Åsa Nacking (eds.). Roseum Center for Contemporary Art, Malmö, 16 septiembre – 17 diciembre 2000; Litjevalchs Konsthall, Estocolmo, 27 enero – 25 marzo 2001. Malmö, 2000; Estocolmo 2001
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· Minimalism and After. New Acquisitions. Renate Wiehager (ed.). DaimlerChrysler Contemporary, Haus Huth, Berlín, 8 febrero – 22 mayo 2002. DaimlerChrysler AG, Stuttgart, 2002
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· Pop Art & Minimalismus. The Serial Attitude. Klaus Albrecht Schröder (ed.). Graphische Sammlung Albertina, Viena, 10 marzo – 29 agosto 2004. Viena, 2004
· A minimal future? Art as Object 1958-1968, Ann Goldstein, Lisa Gabrielle Mark (eds.). Museum of Contemporary Art, Los Angeles, 14 marzo – 2 agosto 2004. MIT Press, Cambridge, Mass., 2004
· Beyond Geometry. Experiments in Form, 1940’s to 70’s. Lynn Zelevansky (ed.). Los Angeles County Museum of Art, Los Angeles, 13 junio – 3 octubre 2004. MIT Press, Cambridge, Mass., 2004
· Minimalism and After III. Neuerwerbungen / New Acquisitions. Renate Wiehager (ed.). DaimlerChrysler Contemporary, Haus Huth, Berlín, 3 septiembre – 28 noviembre 2004. DaimlerChrysler AG, Stuttgart, 2004
· Specific Objects. The Minimalist Influence. Stephanie Hanor (ed.). Museum of Contemporary Art, San Diego, 26 septiembre 2004 – 4 septiembre 2005. La Jolla, Cal., 2004
· Personal Structures. Werke und Dialoge. Peter Lodermeyer (ed.). Ludwig Museum Koblenz, Coblenza, 3 marzo – 24 abril 2005. GlobalArtAffairs Publishing, Nueva York, 2005
· Singular Forms (sometimes repeated). Art from 1951 to the Present. Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, 5 marzo – 19 mayo 2004. Guggenheim Museum, Nueva York, 2004
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· Minimalism and After IV. Neuerwerbungen / New Acquisitions. Renate Wiehager (ed.). DaimlerChrysler Contemporary, Haus Huth, Berlín, 29 de julio – 27 de noviembre 2005. DaimlerChrysler AG, Stuttgart, 2005
· Fast Nichts. Minimalistische Werke aus der Friedrich-Christian-Flick-Collection im Hamburger Bahnhof. Eugen Blume, Gabriele Knapstein, Catherine Nichols (eds.). Hamburger Bahnhof, Museum für Gegenwart, Berlín, 24 septiembre – 23 abril 2005. SMB-DuMont, Berlín, 2005
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· Classical: Modern I. Klassische Moderne aus der Sammlung [DaimlerChrysler Collection]. Renate Wiehager (ed.). DaimlerChrysler Contemporary, Haus Huth, Berlín, 12 abril – 17 septiembre 2006. DaimlerChrysler AG, Stuttgart, 2006
· Nichts / Nothing. Martina Weinhart, Max Hollein (eds.). Schirn Kunsthalle, Frankfurt, 12 julio – 1 octubre 2006. Hatje & Cantz, Ostfildern, 2006