sábado, 22 de septiembre de 2012

Pérez de aquí, Pérez de allá



Pérez de aquí, Pérez de allá
Rafa Pérez y Gustavo Pérez 
El proceso fundacional de la cerámica como construcción de narrativas visuales dentro del arte contemporáneo, se da en medio de una tensión entre prácticas utilitarias y artísticas. El barro prefigura y encarna la obra, imponiendo significados a través de un lenguaje propio. La elección del barro como material, crea una obra de gran tensión que cruza técnicas antiguas y contenidos actuales. Este paradigma perdura y se reproduce en cada pieza de Gustavo Pérez; su obra se constituye sobre estas significaciones. Para este artista la reflexión en torno a la cerámica pasa por (re)nombrar y (re)significar el lenguaje establecido. Esto se hace patente en la diversidad de su producción, que incluye vasijas, esculturas e instalaciones. Gustavo Pérez ha llevado la expresión de la cerámica a la más exquisita estética.
Con impulsos distintos Rafa Pérez ha desarrollado un lenguaje escultórico a partir del deterioro. Este artista se apoya en un método lúdico de trabajo, semejante a la propuesta de Bertolt Brecht; para el dramaturgo alemán “La intuición se adelanta a la razón”. Rafa Pérez decide expresar lo suyo sin intelectualismos, inventando su propia combinatoria; el artista deja correr su trabajo para que el inconsciente tome por asalto la voluntad de crear. Sus construcciones no responden a fórmulas, demuestran la necesidad de renovar la inventiva en cada pieza. Su obra aspira a lo plurisensorial, a las fuentes diversas, a las significaciones abiertas y antirreductivas.
Sin temor a lesionar sus individualidades, Rafa Pérez y Gustavo Pérez ofrecen dos modos diferentes de ver y hacer; dos propuestas cuyas interrelaciones definen el uso de la cerámica dentro del arte contemporáneo. Lo que diferencia a estos artistas no es sólo la forma, sino la manera de concretar y entender la cerámica; el uso particular que cada uno hace de ella. En esta exposición nos movemos en la intensidad simbólica de dos lenguajes visuales capaces de convivir en un ámbito museológico sin opacarse uno a otro. Juntos legitiman el eclecticismo que caracteriza al arte actual. A Rafa Pérez y Gustavo Pérez los ha reunido la compartida preocupación por su oficio y la responsabilidad ética por transmutarlo.
Manuel Velázquez

Paisajes-memorias



Paisajes-memorias

El concepto unificado de paisajes-memorias en las esculturas de Mariana Velázquez (1955), Roberto Rodríguez (1959), Graciela Olio (1959) y Abel Zavala (1986), pone en operación significantes que entretejen y ramifican nociones como lugar-identidad-espacio-tiempo; un dispositivo que permite una ruta de lectura no sólo relacionada con valores formales y visuales, sino a su interpretación, donde el sentido y significado de la obra es producto del entorno geográfico, cultural y social.
La obra de estos creadores mantiene vínculos que podríamos llamar de afinidad en la diferencia; cada uno comparte a su manera, una preocupación constante por explorar los aspectos espacio-temporales de su contexto. Al mismo tiempo que un encuentro con la materia y el tratamiento de las superficies, una convivencia entre lo táctil y lo visual; así como una tensión espacial por el uso de la arquitectura como soporte de sus obras. El espacio de exposición no se concibe de manera neutral, se experimenta en tiempo real: la dimensión espacial determina un itinerario y estipula un tiempo deambulatorio. El cuerpo se mueve, los ojos están en constante oscilación variando sus distancias focales y fijando las imágenes. La relación de tiempo-espacio se establece de manera explicita a través del recorrido que debemos realizar para la recepción de la obra.
La exposición Paisajes-memorias, escultura de Graciela Olio, Roberto Rodríguez, Mariana Velázquez y Abel Zavala; curaduría de Manuel Velázquez, será Inaugurada el 24 de febrero de 2011 a las 19:30 horas en la galería Celda Contemporánea del Claustro de Sor Juana, Izazaga 92 Centro Histórico de la Ciudad de México, metro Isabel la Católica.
Esta curaduría es resultado de la investigación que he realizado para la maestría en Estudios de Arte de la Universidad Iberoamericana.
Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, febrero 2011

Casos y cosas



Casos y cosas

En sus pinturas más recientes Edgar Cano se ha tornado más obscuro, también se preocupa en mayor medida por las cosas y los personajes que elige representar. Este artista ha restaurado una lógica pictórica al personalizar las referencias de su obra que llegan a la cita, a la alusión. La serie Casos y cosas, parece sofocarse cada vez más en la constante saturación de las imágenes. Su obra se estructura sobre lo sensible, sobre el imperio de las formas. Esta labor, que a veces corre por cuenta de un dispositivo oculto, tiene resonancias con el trabajo de Daniel Lezama. No es casual por eso el uso de la cita para la elaboración de las imágenes.
En esta serie Edgar Cano se aferra más y más a la vitalidad de la representación. La insistencia por la figuración constituye una legítima preocupación y un encomiable afán por encontrar un lenguaje propio. Sus imágenes no dejan de crear una cierta sensación de nostalgia, aunque no se trata de buscar emociones perdidas, sino de reflexionar y dialogar con el presente. Su pintura no sólo traduce técnicamente un acontecimiento sino también cierta ironía. Mientras los recursos heredados de la “pintura academicista”, son los elementos claves de que se vale para la configuración de sus obras; conceptos como soledad, dolor o marginalidad forman parte del mundo que representa. Por ello adopta elementos que forman parte de reconocidas imágenes del arte occidental, al mismo tiempo mantiene una figuración personal, susceptible de ser entendida y conceptualizada en su propia realidad.
En sus retratos las figuras realistas están rodeadas de objetos que aluden a elementos característicos de zonas marginales de la megalópolis. La relación que se establece entre los personajes y el paisaje, le sirve para confrontar nociones como soledad y saturación. El desmedido desarrollo urbano, la concentración de población en las ciudades y el crecimiento industrial, incidieron en la configuración de esta nueva serie de Edgar Cano. Ello ayudó a gestar una pintura que nace del cruce entre lo urbano y lo rural. Desde esta perspectiva, su obra se vale de un mundo iconográfico que mezcla personajes y situaciones donde la ironía a veces sutil, otras muy directa, nos enfrenta a una realidad que sigue siendo parte de la ciudad.

Manuel Velázquez.
Xalapa, Veracruz, abril 2012

Arboles, Plantas y Pájaros




Arboles, Plantas y Pájaros
Maribel Portela, Patricia Henríquez y Yolanda Paulsen

El proceso creativo de Maribel Portela, Patricia Henríquez y Yolanda Paulsen, es un trayecto en el que se logra una obra que expresa las intenciones del autor y que si bien, está comprometido con el propósito estético, va más allá de seguir formas y líneas para otorgar resultados novedosos y soluciones creativas que gusten a los sentidos y provoque emociones. Arboles, Plantas y Pájaros reúne el trabajo de estas tres artistas, con el fin de dar a conocer la oferta creativa del arte contemporáneo mexicano. Con más de cuarenta piezas, entre pinturas, gráfica, objetos, esculturas e instalaciones; la muestra está dividida según los objetos y las líneas de investigación de cada artista. Así, el público puede observar pintura sobre tela, escultura en papel, silicón, semillas, tela y botones de plástico.
Con atención en áreas como la originalidad, los procesos de producción y el impacto ecológico en un entorno industrializado, esta muestra presenta imágenes de pájaros, plantas y árboles llamando a la reflexión sobre los comportamientos sociales en torno a la naturaleza. La disposición de las piezas sigue un eje estético y conceptual, lo que permite al púbico acercarse a ambos aspectos y apreciar tanto las formas como las propuestas y soluciones. Esta exposición busca analizar también la manera en que las obras hoy día obedecen a la estética del arte contemporáneo local e internacional, y el carácter como el arte mexicano se ha ido insertando en la escena mundial sin perder modelos y tradiciones locales, mediante la incorporación de materiales, procesos de producción y estilos diversos.
Con esta exposición el Jardín de las Esculturas de Xalapa (IVEC) celebra su Décimo Tercer Aniversario, retomando su iniciativa de presentar la obra de artistas relevantes en el ámbito nacional e internacional.

Manuel Velázquez
Noviembre de 2011

Aprendiz de objeto


Aprendiz de objeto
La memoria es en sí misma un acto simbólico y exige de nosotros una vivencia igualmente simbólica; para Ireneo Funes (El Memorioso de Jorge Luis Borges) la memoria es un ejercicio insoportable, una tortura. Cada instante, cada detalle se acumula en su mente, llenan su cabeza de datos e imágenes hasta el cansancio. El recuerdo lo atormenta. Funes sufre de la imposibilidad de olvidar. Al contrario, para Leonard Shelby, el protagonista de la película Memento (Christopher Noland, 2000), el suplicio está en la imposibilidad de recordar. Sus fugaces estados de conciencia son objeto de un paciente trabajo de registro. Imágenes y palabras se acumulan sobre su cuerpo, llenan sus bolsillos, invaden su habitación. Si el mundo castiga a Funes con sus recuerdos, Leonard vive sin ellos.
La memoria también es un espacio de reflexión. En el caso de Rodolfo Sousa su serie Aprendiz de objeto, un conjunto de pinturas en pequeño y mediano formato son  producto de recuerdos, contenedores de la memoria de lo visto. Para la creación de esta obra, el artista parte de la idea de la pintura como una imagen-medio; los recuerdos son imbricación íntima con la pintura, con los cuerpos, las cosas, sus representaciones, sus símbolos, su existencia discursiva; la pintura expresa así ideas, lo hace tanto por sus características físicas y materiales como por su historia y la teleología del “objeto pintura”; por otro lado, lo hace desde el terreno de la exploración de la representación del espacio y de los objetos. El objeto pictórico aprende a ser un objeto. Por su parte, el autor aprende a generar estos productos, con su carga semiótica de objeto cultural. La reconstrucción del pasado en la que se fundamenta su trabajo nos remite siempre a un marco temporal y espacial, que tiene su concreción en un determinado “lugar de la memoria”. La confluencia de las imágenes y el pasado (recuerdos recuperados, acontecimientos evocados, sonidos conjeturados, hechos sabidos) con la voluntad de cultivar formas que neutralicen el avance del olvido, permiten a Rodolfo Sousa, retener imágenes, palabras, gestos y metáforas.
Manuel Velázquez
Agosto de 2012