jueves, 10 de febrero de 2011

Paisajes-memorias



Paisajes-memorias

Uno de los principales problemas del arte en Xalapa es la aparente creación de obras que tienen como fin un consumo local. Trascender el ámbito propio resulta clave para comprender e interpretar las nuevas orientaciones del arte local dentro de los fenómenos artísticos contemporáneos. El presente promueve un sentido especial de movilidad, que permite otras perspectivas desde las cuales insertar las producciones locales en ámbitos más amplios de intercambios y exposiciones. Interesa, entonces analizar la exposición Paisajes-memorias que se presenta en la galería Celda Contemporánea del Claustro de Sor Juana en la Ciudad de México, donde participan tres importantes creadores locales: Mariana Velázquez (1955), Roberto Rodríguez (1959) y Abel Zavala (1986), junto a la argentina Graciela Olio (1959). En esta exposición el concepto unificado de paisajes-memorias pone en operación significantes que entretejen y ramifican nociones como lugar-identidad-espacio-tiempo; un dispositivo que permite una ruta de lectura no sólo relacionada con valores formales y visuales, sino con su interpretación, donde el sentido y significado de la obra es producto del entorno geográfico, cultural y social.
La obra de estos creadores mantiene vínculos que podríamos llamar de afinidad en la diferencia; cada uno comparte a su manera, una preocupación constante por explorar los aspectos espacio-temporales de su contexto. Al mismo tiempo de un encuentro con la materia y el tratamiento de las superficies, una convivencia entre lo táctil y lo visual; así como una tensión espacial por el uso de la arquitectura como soporte de sus obras. El espacio de exposición no se concibe de manera neutral, se experimenta en tiempo real: el cuerpo se mueve, los ojos están en constante oscilación variando sus distancias focales y fijando las imágenes. La relación de tiempo-espacio se establece de manera explicita a través del recorrido que debemos realizar para la recepción de la obra.
Para estos artistas, el concepto de paisajes-memorias, es parte de la asimilación del entorno. Lo que rodea a estos creadores casi siempre habita su trabajo, ya sea para reproducirlo, evocarlo, analizarlo o interpretarlo; el entorno natural, social, político, estético y ético incide indudablemente en mucho de lo que estos creadores dicen en y desde su obra. El paisaje está en la mirada y en el espíritu expresivo de estos artistas. Sus propuestas recuperan paisajes de la memoria y los convierten en lugares interiores. Lo que le da valor fundamental a la expresión conectada de paisajes-memorias, como concepto apto para revelar su contexto y condiciones de producción.
De esta manera, relacionar memorias y paisajes permite a estos artistas expresar conflictos multifocales. Para ellos, los procesos son importantes, los materiales, además de elementos constructivos, son agentes del proceso en que intervienen, comunican, tienen carácter y son portadores de significados. Así, Zavala, Olio, Velázquez y Rodríguez expresan una propuesta reflexiva sobre el territorio y lo orgánico, el paisaje y la memoria. Estos artistas trabajan a partir de posiciones críticas y problematizadoras, desde conflictos ramificados, provisionales y ambiguos.
Por tanto, la obra ya no es formulada desde un visión cerrada del arte sino a partir de posiciones transitorias y sobre suelo inestable. La obra de estos artistas expresa conflictos multifocales: las de Olio son señales de su propia historia nacional y personal, articulan conceptualmente una visión crítica del pasado con una regresión en términos freudianos, sociales y políticos. En el caso de Velázquez, indaga en una reformulación de la cerámica basada en acervos propios, en sus piezas subyace la tensión entre objeto artístico y objeto funcional, esta tensión constituye la clave de su cerámica. Por su parte, Rodríguez apuesta por la renovación de su obra, evocando una suerte de paisaje inspirado en el entorno geográfico de su infancia. Mientras Zavala se vale de elementos propios del minimalismo bajo la máxima “menos es más”, el conjunto de sus piezas construye una atmósfera que invade y apela más allá de la mirada, al tacto y al transito.
Como se observa, con toda esta constelación de procesos y situaciones, hoy se producen reajustes en las ecuaciones tradicionales del arte local. Es un proceso lleno de contradicciones que está empezando a transformar la noción del arte en Xalapa. Los artistas lo están haciendo sin programa ni manifiesto, sólo al crear obra actual, al introducir nuevas problemáticas y significados provenientes de experiencias diversas y al infiltrar sus obras en circuitos artísticos más amplios y hasta cierto punto globalizados. Pero, sería también favorable como parte de un proceso local que estos transcursos estuvieran generando nuevos enfoques que discutieran cómo insertar el arte que se produce en Xalapa en circuitos nacionales e internacionales de distribución y consumo.

Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, febrero 2011