domingo, 21 de septiembre de 2008

Menú de Arte Contemporáneo


Marcos López. Asado criollo, México, 2001.



Menú de Arte Contemporáneo:
Crepas de huitlacoche, espagueti dos imperios y sushi con chorizo


La actitud política, económica e ideológica de un artista comienza
en el momento en que decide cómo va a ejecutar una obra.
Gabriel Orozco.

La crítica María Minera afirma que: es posible que lo único que despierte verdadera unanimidad al interior del llamado arte contemporáneo (que ha sido descrito por algunos críticos como “una de las últimas zonas de tolerancia”) sea que no hay unanimidad acerca de nada: nadie sabe bien a bien lo que es el arte contemporáneo y pocos, de hecho, quieren saberlo
[1]. Sin embargo, para nuestro propósito, bastaría con definir “lo contemporáneo” como una cualidad propia de los objetos artísticos que reconocemos como actuales, lo cual evidentemente es independiente de nuestra preferencia, de nuestra propia convicción sobre el arte (ya que no podemos hacerlos desaparecer).
El arte es una construcción social y podemos definir la construcción de lo “contemporáneo en el arte” como la idea que cualquier cosa puede ser arte: La tuerca siempre puede volver a girar, pero el paso que lleva irremediablemente de la ruptura con la tradición a la tradición de la ruptura se da sólo una vez. Que cualquier cosa pueda ser arte, para algunos teóricos, marca el final de la era del arte. Después de eso, algo nuevo tenía que suceder. Pero, ¿sucedió?
[2] En lo referente al sentido de esta definición sobre arte contemporáneo, entendemos que no comprende ni explica lo complejo del término. Si cualquier cosa puede ser arte, y las características específicas son la banalidad, lo inmediato, lo común, lo intrascendente, lo frívolo, lo vacío, y estas características están dadas por su constructor, el artista, entonces se infiere que éstas deben estar opuestas a lo importante, lo significativo, lo trascendental, lo esencial, lo vital, todas sin excepción, cualidades propuestas por los artistas anteriores; que todo es arte –la afirmación a la inversa es igual de válida: nada es arte- debería de ser una realidad tácita, por lo tanto, si aceptáramos esto, nada queda por investigar; lo cual dejaría sin ocupación a un sin número de investigadores del mundo del arte.
Ante esta perspectiva se podría proponer como ejemplo lo siguiente: tres amigas se reúnen para hablar sobre un proyecto; formulan como su obra a una serie de personas disfrazadas del Dr. Simi bailando. Esto se convertiría de inmediato en el performance más visto y distribuido de México.
Otra problemática se presenta, cuando se trata de afirmar: el arte contemporáneo se encuentra transitando por uno de esos periodos en los que, más que por identidades regionales, se define por su “universalidad”. Y esto tiene que ver, sin duda, con asuntos extrínsecos al arte. Mucho más que el arte, ha cambiado el mundo. En esta aldea global en la que vivimos, el arte tiene poco de local y mucho de internet
[3]. Lo cierto es que el arte contemporáneo se encuentra dominado por la ideología que actúa por dentro de él, ésta lo hace partícipe de un conjunto de signos y valores propuestos sutilmente por los poderes dominantes, que el artista reproduce y defiende como si fueran propios. Pero esta supuesta realidad del arte contemporáneo no es otra cosa que doctrinas que tiene como fin último propagar el discurso dominante de la mundialización, y hacernos creer lo que es ilusorio, que todos tenemos cabida en “el mundo del arte”, -a cada virgencita le llega su fiestecita.
El mundo del arte es una zona sumamente reglamentada –lo cual muchos artistas no están interesados en cambiar-, dentro de ésta concepción, podemos considerar la superestructura propuesta por Marx, que él imaginó como los hilos invisibles que mueven la religión y la cultura, que son determinados históricamente y manejados por parte de las ideologías preponderantes.
Los profesionales del arte contemporáneo creen que se vive una mundialización cada vez más pronunciada. Cualquier director de galería, crítico de arte, conservador de museo o comisario de exposición podría, poco más o menos, afirmar lo siguiente: “Sería absurdo tener en cuenta la nacionalidad de un artista o su país de origen. Lo único que interesa es si es bueno o no.” En otros términos, la notoriedad y el valor mercantil de un artista serían totalmente independientes de su nacionalidad ¿lo son?

Pásame el opio para andar iguales



En tres de sus veinte premisas para desactivar el arte contemporáneo, José Jiménez en milenio.com, afirma que: 1) Si tienes una idea, has arte conceptual. 2) Si no tienes una idea, has arte digital. 3) Si no tienes ninguna idea de lo que es arte, dirige un museo. ¿Podemos, y queremos, tener otro tipo de arte? En el presente, se nos dice, el arte responde directamente a la imagen de un mundo inaprehensible en su capacidad de variación. No cabe duda de que las cosas no son como antes; de que los artistas de hoy no entienden la oposición como se entendía ayer, tampoco; es cierto que asistimos al estadio más alto del culto a lo nuevo y que hay un desprecio bastante generalizado hacia el rigor, también. Pero, ¿eso es necesariamente terrible? La respuesta afirmativa llama, desde luego, a mantenerse al ataque. Y el ataque no ha de hacerse desde la nostalgia, sino desde la lucidez. Después de todo, nos guste o no, tenemos arte para rato, arte actual[4].
El arte contemporáneo promueve la acumulación, la producción y el delirio, más pocas veces la reflexión, la investigación y la cultura, esto último, siempre ha estado fuertemente arraigado en los defensores del conocimiento en el arte. Para modificar la realidad del arte contemporáneo, las preguntas que se deben plantear son las siguientes: ¿cómo podemos separar el conocimiento común del artístico? ¿Se puede realmente ser un artista sin filosofía? ¿Es la vida misma un arte?



Y en México, ¿quieres ser artista contemporáneo? Consíguete una caja de zapatos vacía y vuélvete conceptual

En el año 2003 Spencer Tunick rompía su record: 7,000 personas desnudas fotografiadas en una avenida de Barcelona. Para el 2007 imponía un nuevo record 18,000 personas reunidas, desnudadas y fotografiadas en el zócalo de la ciudad de México. Su propuesta es la multiplicación de las diferencias a través de la "repetición"; en la propuesta de Tunick, los cuerpos en su más íntima desnudez invaden un espacio público y exceden los límites de las definiciones de lo privado y lo público, del artista y su modelo, de lo masculino y lo femenino, de lo humano y lo animal.
La disolución de las fronteras, que plantea Tunick con el exceso de cuerpos desnudos, admite la posibilidad de sugerir, si quizá este reto de los inicios de su trabajo -que tuvo como consecuencia su arresto en varias ocasiones en Estados Unidos- ha sido superado y excedido en la abundancia de las repeticiones de sus instalaciones y ha pasado de manera fluida a incorporarse al cómodo circular de las mercancías dentro del mundo del arte -en una ciudad aún conservadora, como la ciudad de México, ya ni la iglesia protestó-, ¿ha perdido el desnudo su capacidad de subversión, o es el mismo arte el que ha dejado de ser crítica para convertirse en espectáculo?
Gabriel Orozco en entrevista con María Minera declara: El mercado es una arena donde se desenvuelve el individuo en función de su ideología, sus intereses, sus valores. El mercado no tiene la culpa. Muchos en México todavía hablan del mercado del arte como si fuera el diablo: es como culpar al mar de que te ahogaste. El mercado en realidad es otro espacio del arte, como el museo, la calle o la sala de la casa; otro espacio donde el arte circula públicamente, y añade después: Parte de mis exploraciones como artista tienen que ver con esto: la conciencia del sistema económico de producción del objeto artístico, que va a influir no solamente en el resultado estético (si es de oro o de cartón, si es grande o pequeño, si es frágil o resistente, si es impermeable o no lo es…), sino que además va a imponer unas reglas de distribución y de consumo en el mercado cultural y financiero de la obra. La actitud política, económica e ideológica de un artista comienza en el momento en que decide cómo va a ejecutar una obra[5].
La singularidad del éxito de Gabriel Orozco en la arena mundial del arte lo ha colocado como el artista más relatado del momento, es por así decirlo, el “Hugo Sánchez” del arte contemporáneo mexicano. El diálogo y el cuestionamiento de su trabajo frente al arte que se produce de manera local, han desatado una serie de seguidores y detractores, partiendo de ello, y dada la relación sistemática entre lo que se produce en México y lo que se produce fuera de aquí, percibimos en el actual contexto mexicano una coyuntura imposible de pasar por alto, a partir de la cual producimos este texto -una mezcla de sentido crítico e ironía- para hacer evidente nuestra convicción de que el arte debe mantener una lógica de cuestionamiento constante frente a sus productos y la realidad.

¿Y el arte contemporáneo en Xalapa?

Yo les recomiendo un espagueti dos imperios –una mezcla de pasta italiana y huitlacoche mexicano- en el restaurante La Sopa, mientras observan a unos novios que pelean tomando una copa y platican con una persona para la que, seguro, todo está chido...,



Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, Septiembre 2008


Fuentes consultadas:

MINERA, María. (2003) “Voces en el concierto. Arte contemporáneo en México” en Letras Libres, México, México, febrero de 2003, pp. 24-28.
MINERA, María. (2006) “Conversación con Gabriel Orozco” en Letras Libres, México, México, diciembre de 2006.
FREELAND, Cynthia, (2003) Pero ¿esto es arte?, Cátedra, Madrid.
GARCÍA, Leal, José, (2002) Filosofía del arte, Síntesis, Madrid.


[1] MINERA, María. (2003) “Voces en el concierto. Arte contemporáneo en México” en Letras Libres, México, México, febrero de 2003, pp. 24-28.

[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] MINERA, María. (2006) “Conversación con Gabriel Orozco” en Letras Libres, México, México, diciembre de 2006.

2 comentarios:

Lapostalería. dijo...

"La actitud política, económica e ideológica de un artista comienza
en el momento en que decide cómo va a ejecutar una obra."

¿Y por qué no decir que comienza antes?

Raul D. dijo...

de todo lo que es escuchado y leido de arte contemporaneo lo unico que puedo concluir es que no hay nada concluyente y nadie se atreve a hacer jucios acerca de la obra, entonces solo se habla de las caracteristicas objetuales pero muy poco de los significados y filosofias, creo que se estan tomando muy en serio lo de la era del vacio y el fin de los metarelatos, aunque creo es importante la observacion de que el mercado responde a ciertos intereses de la contemporaneidad la globalizacion y la politica ideologica de los que mueven al mismo, me parece un tanto pretencioso y vanal tratar de aspirar a progresar al arte por via de tales medios, ¿en donde queda la significación cultural?