domingo, 5 de abril de 2009

LA FORMA MÍNIMA

Imagen 1: Brancusi, 1925.



Imagen 2: Richard Serra, s/t, 2000


La forma mínima: características y artistas del minimalismo.


El presente texto aborda las características principales del minimalismo, a través del análisis de las obras de los artistas más representativos.
En 1965, el teórico y artista Donald Judd, publicó un artículo en la revista Specific Objects en el que exponía las razones por las que abandonaba la pintura en favor de la escultura como soporte para expresar sus ideas de absoluta objetividad. Ese mismo año, Richard Wollheim emplea por vez primera, el término ‘minimal’ para referirse a obras reduccionistas.
El minimalismo tiene sus orígenes en obras de Constantin Brancusi (imagen 1), Alexandre Rodchenko y Vladímir Tatlin en las que ya aparecía la idea de reducción estructural y máxima minimización.
El artista minimal sitúa sus referentes creativos en el propio objeto artístico alejándose de esta manera de toda interferencia con el mundo exterior. A principios de la década de 1960 surgió una generación de artistas radicales que adoptaron la escultura como medio para exponer sus ideas; entre sus principales exponentes estaban el propio Judd, Robert Morris, Carl Andre, Robert Ryman (imagen 6), Dan Flavin, Stephen Antonakos (imagen 3), Sol LeWitt (imagen 4) y Richard Serra (imagen 2). Crearon una serie de obras, que definían como estructuras o sistemas, en las que el predominio de las formas geométricas elementales y de los materiales más rudimentarios era absoluto.La obra minimalista insiste, de forma metódica, en manifestarse mediante formas puras, poco expresivas, carentes de gestualidad y de tema tratando de lograr la factura impersonal, como reacción contra la preeminencia del expresionismo abstracto.Para conseguir la reducción formal deseada el objeto minimalista, de un estilo puritano y estricto, se despoja de todo adorno decorativo y se remite a las relaciones del espacio circundante que se resaltan ya sea por el efecto específico de la luz sobre el material, como por la expansión del volumen.Las obras del minimal art se relacionan con diversas experimentaciones escultóricas y pictóricas en las que se da una fuerte base geométrica, el uso de colores industriales planos y las formas elementales. La primera ambición de las obras minimalistas fue la de combatir la parte de ilusionismo que se daba en la escultura tradicional; se eliminó cualquier posible interpretación ulterior a favor de la sola percepción inmediata de la obra, imperando el orden, la simpleza y la claridad.

Imagen 3: Stephen Antonakos, Red Box Over Blue Box Inside Corner Neon, 1973


Otras características de estas obras son la gran escala, la concepción de la obra en función del propio espacio interior donde tenía que exponerse, la relación espacial objeto-sujeto, el uso preferente de formas reductibles y primarias consideradas como un todo, el sistema modular que imprime rigidez y uniformidad a la composición y, así mismo, la participación de una metodología serial, que permite que los elementos se dispongan unos cerca de otros dando lugar a una continuidad y sucesión de los mismos. Son estas características las que confieren a las obras una poética rígida, fría, de una gran claridad estructural a la que se une la del color pretendiendo que el espectador dedique mas tiempo a reflexionar sobre la obra que a contemplarla. Debido a que esos objetos no presentan virtualmente ningún incidente y en apariencia tampoco complejidad los espectadores los encontraron inertes, estériles y aburridos.



Imagen 4: Sol LeWitt Sin título, 2000


Cuando estudiamos un objeto con tan poca atracción visual como un cubo de acero, nuestro interés estético tiende a virar de las relaciones internas a las externas; por ejemplo, a la relación entre nuestro concepto ideal y mental de “cubo” y la forma y la iluminación constantemente alteradas del cubo mientras lo contemplamos y nos movemos a su alrededor.Otro aspecto a tener en cuenta es la relación entre el objeto artístico y el espacio negativo de su ubicación arquitectónica.




Imagen 5: Carl Andre “Steel-Magnesium Plain”


Gradualmente, los minimalistas fueron creando una escultura que se ajustase a galerías determinadas, en consecuencia la instalación total se transformó en el foco fundamental de atención en vez de los elementos individuales que la componían. Como resultado las exposiciones de arte se hicieron intransferibles y dependieron de la capacidad del artista para repetirlas.
La mayoría de las obras minimalistas eran fabricadas por compañías industriales que trabajaban siguiendo las instrucciones del artista haciendo evidente la “despersonalización” y carencia de cualquier gesto o huella particular; por esta razón, y en este contexto se prefiere el término “objeto de arte” que “obra de arte”. Para los minimalistas el rol de las instrucciones era el equivalente a la partitura en música. En apariencia los “objetos” del minimal art se parecen mucho al moblaje modular, a los aparatos caseros y a las formas austeras de la arquitectura “funcional”. Al ejemplificar “lo Standard”, la repetición y la repetitividad, reflejan fielmente el carácter de la sociedad industrial de occidente. Igualmente la popularidad de los procesos sistemáticos y de los pedidos en serie del arte norteamericano de la década de los sesenta evoca la lógica de las ciencias aplicadas y la administración de empresas.




Imagen 6: Robert Ryman Sin título, 1969.

La estética del minimalismo es una “estética de la limpieza” que ejemplifica los valores de aseo y seguridad de la clase media. Durante la segunda parte de los sesenta la hegemonía de esta estética comenzó a declinar ya que los artistas comenzaron a escapar de la espiral del reduccionismo que rápidamente produjo telas en blanco y objetos mudos.
Carl Andre entre 1958 y 1966 elaboró las bases de su carrera artística partiendo de esculturas de madera, concebidas para exponerlas en el suelo que se implicaban con su entorno.
Le interesaba la escultura como “Lugar”. Esta concepción de “Escultura como lugar” puede parecer extremadamente moderna, pero muestra al mismo tiempo características ancestrales. En muchas de las esculturas para exteriores de Andre se pueden reconocer reminiscencias de la sencillez elemental de los monumentos del paleolítico.
Cuando empezó a exponer hacia mediados de la década del 60 no se entendió fácilmente el radical acercamiento de Carl Andre a la escultura; la mayoría de los visitantes de la primera muestra del artista, ni siquiera se atrevieron a entrar en la galería: todo el suelo estaba cubierto de losas de cemento excepto en algunas áreas desnudas que dejaban entrever el piso de madera; el espectador tendría que caminar sobre las losas para entrar en la galería, pero para el público de 1967 eso era demasiado pedir.

Manuel Velázquez
Marzo, 2009.


Bibliografía consultada
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