Cronotipias (2004) es una serie de ocho imágenes. Estas fotografías mantienen una fuerte referencia plástica con la obra anterior. Estética del deterioro, texto sobre el espacio plástico y una temática existencialista, hacen de Cronotipias un cambio de soportes, más no de conceptualización.
Al igual que en el trabajo pictórico, la agresión a la obra ocupa un lugar preponderante, formal y conceptualmente.
Cronotipias, evidencia la estética del deterioro: “la pureza” de la imagen fotográfica se diluye en quemaduras, rascados y manchas al negativo, aplicación de texto y manipulación a la fotografía impresa, todo matizado por oxidaciones del papel a través del tiempo y químicos.
La imagen va adquiriendo con estos elementos un sentido orgánico al ser susceptible a las inclemencias del paso de las horas, destruyendo el paradigma que ve en la Obra de Arte la posibilidad de eternidad sagrada, la cual debe detenerse en el tiempo a través de restauraciones y cuidados.
La concepción de la identidad se construye en estas imágenes, donde al final nos detenemos a pensar, más que en una unidad en la identidad del individuo, en una bipolaridad humana.
Atavismos (2005) es una serie de fotografía digital que, a través de autorretratos, nos habla de la imposibilidad de ver, oír y hablar, la imposibilidad de sentir. La cara se nos muestra amordazada por tenedores y bandas. Sus manos, junto con grafías, dibujos y textos, nos sumergen en una atmósfera de opresión remarcada por el mismo espacio fotográfico que sólo es capaz de mostrarnos el rostro. La angustia y desesperación son protagonistas de este muestrario de ataduras intelectuales y emocionales.
La “pureza” fotográfica se ve alterada por el dibujo o el texto inscrito en el espacio fotográfico. En el caso del texto se rechaza su función semántica, pues el texto es ilegible: una suerte de leitmotiv que se repite en cada imagen de la serie, pero que jamás se revela por completo. Sólo se vislumbran palabras y signos de interrogación.
Así el motivo se muestra como un cuestionamiento, confiriéndole, por el puro hecho de repetirse en cada imagen, un mayor dramatismo a la serie, otorgándole un sentido secreto: el autor parece arrepentirse de develarnos la pregunta, por lo tanto trata de ocultarla, un ocultamiento agresivo a través de rayones y dibujos que alteran el plano de la imagen.
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