martes, 16 de febrero de 2010

El paisaje y el territorio

El paisaje y el territorio
La cerámica de Mariana Velázquez
En diciembre del año pasado (2009) se inauguró, en la Galería de Arte Contemporáneo del IVEC, la exposición de Mariana Velázquez intitulada Reverencia (misma que estará abierta hasta enero del presente año). Tras su experiencia en el trabajo de la cerámica acumulada por varios años, Mariana dedica esta muestra a pensar el paisaje, a la reflexión sobre paisaje y territorio. Presenta, a través de una cuidada museografía, piezas que conforman un conjunto coherente y atractivo que invita a realizar un itinerario imaginado.
El trabajo de Mariana ha surgido como resultado de una fuerte dosis de carga personal y de voluntad estética, pero también de un fenómeno local: el de la relación del arte con su entorno, lo que ha traído como consecuencia que muchos artistas trabajen el tema del paisaje o que lo asimilen en su obra. Esta situación motiva a explicar dos ideas básicas: la primera concierne al concepto de paisaje, la otra, a la manera cómo éste se “construye” en el arte.
El concepto paisaje es un constructo, una elaboración mental a partir de “lo que se ve” al contemplar un territorio. El paisaje no es un objeto ni un conjunto de objetos configurados por la naturaleza o transformados por la acción humana, tampoco es “la naturaleza”, ni siquiera el medio físico que nos rodea o sobre el que nos situamos. El paisaje, en cuanto concepto, es la conexión que permite interpretar en términos culturales y estéticos las cualidades de un territorio, lugar o paraje. Son los artistas, por medio de sus obras, que enseñan a mirar con “interés estético” el territorio, descubriendo en él cualidades diferentes a la mirada instrumental del campesino que trabaja la tierra o del propietario que disfruta de su posesión.
En cada época y sociedad se han elaborado imágenes del entorno que responden a creencias, conocimientos y deseos. El Romanticismo en Europa, por ejemplo, concedió al paisaje una posición cultural de entidad anímica y emocional, por lo que se reconocía en la pintura de paisaje una significación épica y una independencia total con respecto a cualquier otro tema.
En este contexto, la exposición Reverencia señala otras maneras de mirar el territorio inmediato, presenta una forma de interpretar el paisaje en la actualidad y ejemplifica, cómo se ha realizado el proceso de estetización del mismo en el arte de Xalapa. Para este objetivo, Mariana parte de un concepto del territorio que contiene elementos de una identidad común. El conjunto de obras se articula como un espacio donde convive el arte con su entorno: no intenta representar la naturaleza sino realizarla. Como decía Paul Cézanne, el artista debe "realizar la naturaleza" y este acto sólo es posible de una manera: vinculándose con dicha naturaleza.
Mariana, estudia las características de elasticidad y estabilidad de las plantas, y emplea la información recogida en sus construcciones. Usa frecuentemente estos elementos orgánicos para crear estructuras extremadamente refinadas, como si fueran reliquias de la memoria, recuerdos de la relación perdida entre el hombre y la naturaleza. En su pieza Esperando el amanecer, con paciencia y atención, tiende hilos, teje redes pequeñas y las ata unas con otras para semejar nidos. Su trabajo artístico se caracteriza por el procedimiento meticuloso y la calidad técnica. Sus piezas presentan y transforman el espacio.
La pieza Bosque de ilusiones, establece lo que puede ser un nuevo camino en su obra: la relación intimista con la naturaleza a escala humana con implicaciones individuales. Podría decirse que este trabajo consiste en un equilibrio entre las formas de la naturaleza y la abstracción.
También, gracias a la museografía, los trabajos pequeños consiguen desarrollar una monumentalidad arquitectónica. Sus piezas Comenzando a florecer y Floreciendo con la luna, semejan semillas y cactus, son obras que combinan lo “natural” con lo planificado y la imaginación de la artista. Con sus instalaciones, la artista trabaja en el límite de la percepción. Sus objetos son suaves y frágiles, son semillas, cactus, espigas, flores y bambúes que producen una fascinación que es difícil evitar. La artista llama nuestra atención sobre las cosas pequeñas de una manera que es a la vez lúdica y rigurosa.
Para Mariana, el problema del arte es en realidad un problema de percepción, de captar la realidad, y tras captarla, manifestarla y expresarla.

Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, enero 2010

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