En Xalapa ¿hay mercado para el arte?
La afirmación inmediata sería no, pues en Xalapa lo que ha operado por mucho tiempo es la fórmula artista-institución-estado. Para que exista un mercado del arte en Xalapa hay que modificar esta fórmula o por lo menos, agregar otros factores, como artista-mercado- iniciativa privada. Y no es que la primera fórmula esté totalmente equivocada, pero hay que aumentar la visión, hay que ampliar la perspectiva para propiciar un cambio en las maneras de producción, distribución y consumo del arte local. Conocido es el dicho de que si seguimos haciendo lo mismo no podemos esperar resultados diferentes. Para que las cosas cambien, hay que hacerlas diferentes. Hay que entender que el arte es también una zona de mercado, una arena donde se desenvuelve el artista en función de su ideología, sus intereses y sus valores. La actitud política, económica e ideológica de un artista comienza en el momento en que decide cómo va a ejecutar su obra, donde será distribuida y cómo será consumida.
Muchos en Xalapa todavía hablan del mercado del arte como si fuera algo malo: es como creer que el artista no necesita comer o debe morir de hambre. El mercado es otro espacio para el arte, como el museo, la galería, la escuela, la calle o la sala de la casa; otro espacio donde el arte circula. Cada vez que producimos arte, estamos dialogando con el mercado. Sea para afirmarlo o negarlo, el mercado tiene un alto impacto en el desarrollo de la obra y así hay que entenderlo. La mayoría de los artistas tiene la equivocada creencia de que el arte y el dinero son como el agua y el aceite, y como consecuencia, siguen esperando “que se les descubra”, que algún día por la calle alguien los va a señalar y decir ahí va un artista.
Un buen artista puede o no formarse en la academia; pero a todos les llegará el día de decidir: o se profesionalizan y encuentran un nicho de mercado o escogen otra alternativa. La diferencia radica en la visión que tenemos del arte. Quienes insisten en creer que no se puede vivir del arte seguramente encontrarán su propio espacio. Para quienes entienden que hay que emular los pasos de los artistas que sobresalieron en todas las épocas, tienen que ser profesionales y analizar el sistema artístico al que pertenece su obra. Para esto, hay que analizar el producto, la distribución y el consumo que permita alcanzar un adecuado diagnóstico de mercado; detectando las oportunidades y amenazas del entorno e identificando las fortalezas y debilidades del producto artístico. Este análisis permite prever el destino de la pieza, dónde va a terminar: en un museo, en una casa, en una institución pública o en un basurero.
Pero ¿por qué hay que vender? ¿no es eso prostituir el arte? Hay que vender, porque hay que recuperar lo invertido y hay que dejar que la obra gane su propio terreno, que circule. Si la obra se queda en el taller, en la bodega del artista: es arte que está muerto. Es un arte que termina tan oculto que al final nadie habla de él, no significa nada, nadie lo recuerda: se muere por falta de circulación. Por otro lado, hay que entender que la mercadotecnia cultural también aborda estrategias para crear conciencia y generar cambios con el fin de enriquecer el conocimiento, la identidad y el momento histórico; generando interpretación, creación, recreación y apropiación del bien artístico. La mercadotecnia cultural, no tiene que ser un espacio donde sólo se hable de dinero, también es un espacio democrático, donde se pone a prueba el bien cultural, su pertinencia y actualidad. Producir no es todo. Hay que generar públicos, la mercadotecnia cultural nos ayuda a generarlos. Auxiliándose de las debidas estrategias, podemos hacer un análisis de nuestro público potencial, de nuestro nicho de mercado y de las tácticas necesarias para acercarnos a nuestros posibles consumidores.
Pero ¿qué hacer para crecer? Hay que tomar en cuenta que no podemos hablar de un solo mercado para el arte. Cada producto cultural, cada proyecto cultural, cada manifestación artística genera, por su particularidad, su propio marketing cultural. Difundir la obra de manera electrónica, en esta época por ejemplo, me parece necesario: hay que seleccionar la obra y moverla, difundirla por la red. Cuando terminas algo y lo lanzas a la arena virtual, no puedes saber qué tanto va a funcionar, eso es cierto, hay tantas cosas por Internet que tal vez nadie la vea, pero la parte que te toca como artista está hecha; después comienza justamente el espacio de circulación de la obra.
Y entonces ¿hay mercado para el arte en Xalapa? La respuesta es que hay un escenario posible si las cosas cambian y se reformulan. Actualmente hay iniciativas importantes como la subasta que realizaron Omar Gasca y Emilia Bellon. También están las iniciativas que ha realizado Fridarte, Roberto Ramos y otros más. Es importante que se explore el terreno del mercado del arte en Xalapa, pues, las estadísticas son contundentes: de cada cien aspirantes que entran a estudiar la carrera de artes visuales, acaso cinco permanecen dentro de su profesión y apenas uno vive del arte. La gran cantidad de jóvenes egresados de las escuelas de arte hace urgente nuevos modos de relacionarnos con el mercado del arte. Veremos que pasa.
Manuel Velázquez
Xalapa, Veracruz, Agosto 2010
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