viernes, 8 de marzo de 2013

La ecología de la mente y su aplicación en la enseñanza de las artes



La ecología de la mente y su aplicación en la enseñanza de las artes
¿Cómo organizar prácticas y estrategias para el buen devenir de nuestros estudiantes y sus familias? ¿Por dónde pasa, en las reflexiones sobre la educación artística, el desafío del arte contemporáneo?
En las respuestas a estas preguntas se cruzan muchas necesidades. Lo que invita a ir más allá de los medios tradicionales del arte y de su educación. Comprendiendo los desplazamientos del arte y sus “mediaciones” heterogéneas.
Más que un cambio de modelo, se requiere un cambio en la especialización de los estudiantes, diferente al enfoque que existía en mi generación; la comunicación y la información adquiere hoy un estatuto específico. También veo la necesidad de un cambio en cuanto a la escuela como espacio interdisciplinario, donde se hace necesario repensar la relación entre estudiantes y profesores; entre arte, escuela y sociedad. Más que un nuevo modelo educativo lo que se debe proponer es una nueva manera de hacer arte, pensar el arte como un proceso de investigación.
Con esto hago hincapié en la importancia de repensar el papel del arte como forma de conocimiento. Pensar el arte de manera multidisciplinaria, con profundos conocimientos de historia, teoría, filosofía, sociología, sicología, entre otras disciplinas. Optando por un pensamiento complejo para ligar estas distintas esferas, para abarcar fenómenos de desborde cultural: mecanismos comunicativos que no obedecen solamente a las leyes del mercado y a las redes de circulación centralizadas y controladas. Ante un pensamiento horizontal, tenemos que avanzar a “regiones fronterizas” a nuevas zonas de contacto con fenómenos que parecerían ser autónomos o segmentados. Cuestionar los límites que la especialización del arte. Es aquí donde veo el reto mayor de las nuevas generaciones y por supuesto también aquí el aporte mayor.
Creo que la idea es mutar de un arte centrado en la manualidad a uno centrado en la investigación, el conocimiento y la movilidad de ideas. El pensamiento complejo nos permitiría ver el arte como una forma de conocimiento y de investigación multidisciplinaria. Pero una noción que me gustaría introducir aquí, es la “ecología de la mente” una metáfora que permite describir un modus operandi de la mente que es multidireccional. Hablar de una “biósfera” donde el ser humano aprende, confiere sentido a las cosas y a sí mismo por la acción múltiple practica un “saber incorporado” y una “narración actuante” en vez de un “saber sobre” o una “narración sobre”. Es decir, trabajar a favor de modelos, formas, matrices, por las que se conectan procesos mentales disímbolos.
La educación actual del arte debe buscar una noción abierta que apunte a un mundo de relaciones, trasgresiones, desplazamientos culturales y sistemas discursivos múltiples. El problema de la educación actualmente no es la tecnología como tal, sino el reto de elaborar nuevas “tecnologías intelectuales” capaces de combatir contra una “complejidad organizada”. Se trata de experimentar y desarrollar un pensamiento crítico ante la inusitada complejidad de lo social, lo político, lo cultural. Este modelo de pensamiento que no es “lógico” sino “ecológico” es lo que está haciendo falta en la academia, en donde los estudiantes salten las lógicas verticales de la manualidad, la estética y el arte para que la escuela se manifieste como espacio de conocimiento e investigación, haciendo posible nuevas identidades culturales. En este sentido, la necesidad mayor de los jóvenes artistas es romper con el molde tradicional del arte.
Se trata de nutrir al arte con distintos conocimientos, estos ayudan a acentuar las innovaciones, a mover visiones homogéneas y estáticas. Considero que una escuela debe contar con distintos perfiles entre sus académicos, debe haber productores pero de conocimiento, gente activa, que aporte.
Para mí, el lugar de los creadores actualmente es una larga cadena de coproducción que conlleva mutaciones importantes sobre la visión tradicional del artista-creador. Hoy tenemos personajes múltiples, algo así como curador-artista-gestor, todo “en cascada”, se trata de un curador que es artista y gestor y que moviliza a su vez otras funciones. Este enfoque propone un descentramiento de las dinámicas lineales. Propongo pensar “ecológicamente”, permitir romper las fronteras que durante mucho tiempo separaron las disciplinas. Propongo profesores con perfil múltiple. Estoy pisando un terreno difícil. Se trata de apuntar a una de las problemáticas específicas de la educación artística actual, donde sabemos que no hay un futuro laboral pleno para todos nuestros estudiantes. Tenemos que ser creativos en la solución de este problema, buscar perfiles múltiples facilitaría la integración de nuestros estudiantes en la sociedad. No se trata de ser “todólogos” sino de generar nuevos caminos para el arte, la investigación y el conocimiento.
Una configuración “ecológica” del perfil de ingreso, buscaría identidades provisorias, sujetos flexibles capaces de modificar su línea de pensamiento. Lo que tenemos ahora es un “perfil rígido” dentro de un “modelo flexible” que no termina por consolidarse. Queremos solamente productores de arte en un mercado local inexistente y en un mercado global saturado de propuestas. De nuevo, hay que buscar en las zonas fronterizas, en los cruces, en la interacción del arte con otras disciplinas.
 Pensar en el diálogo entre “posiciones nómadas” es una de las tareas que queda por enfrentar en las escuelas de arte. Este diálogo tiene sus “zonas de contacto” entre lo tradicional, lo moderno y lo contemporáneo y sus identidades provisorias. Por eso insisto, en una configuración “ecológica”. Lo característico de ésta no reside simplemente en la mezcla de lo disperso sino en las des-articulaciones de modelos homogeneizadores del arte. La configuración “ecológica” nace de los articulaciones comunicantes entre rasgos de diferentes formaciones y experiencias (la modernidad, el arte contemporáneo, las tradiciones locales, la socialización del arte, la recomposición y restitución del sentido de lo cultural). Esta propuesta “ecológica” busca nexos y mediaciones entre lo supuestamente incompatible.
De tal manera que para enfrentar las problemáticas del arte hoy, propongo los espacios, los cruces y las negociaciones entre lo culto, lo popular y lo masivo; entre el arte, el diseño y la arquitectura; propongo un espacio donde se suspendan las lógicas modernas de originalidad, de genio creador, de pureza artística.
Desde luego, lo anterior nos lleva a consecuencias metodológicas en la enseñanza artística. Desde aquí hay que marcar un puente entre las transformaciones de lo artístico y los retos de lo que llamamos “mercado del arte”. Este puente nos ayuda a pensar más allá de lo tradicional.
Por otro lado, el llamado “arte contemporáneo” nos permite utilizar distintos recursos, lenguajes y medios, y una combinación heterodoxa de disciplinas, saberes y órdenes. La diversidad, el movimiento y la búsqueda transdisciplinaria marcan un potencial para las prácticas artísticas actuales.
Pero no se confundan, no se trata de negar la importancia del “oficio” sino de ir más allá del pedido tradicional de los estudiantes. Muchos vienen a la universidad a desarrollar una habilidad manual, no está mal, pero hay que mostrarles que el arte puede ser mucho más. Mostrar la existencia de nuevos paradigmas de representación, hablar a favor de la investigación artística. La escuela debe mostrar un desarrollo problemático del arte, que es parte de la reorganización de las prácticas y lenguajes contemporáneos, no partir de una base estable, partir de una base en movimiento. Enriquecer la noción de arte a través de matrices transdisciplinarias y móviles. Este acercamiento al arte debe de revelar un nuevo punto de partida, tanto en su base epistemológica como a nivel de los argumentos que se van a desarrollar en la academia.
Para mí, todo esto pasa por nuevas zonas de contacto entre saberes y experiencias culturales, pasa lejos de aquel mapa de “centro-periferia” que durante siglos fue administrado dicotómicamente a favor del “centro”. Pasa por la discusión de la educación desde un espacio donde se intercambien diversas experiencias. Pasa por un horizonte en movimiento, el cual permite interrogarnos constantemente sobre nuestras certezas y saberes.
También existe la necesidad de aclarar cómo enseñar de manera significativa la investigación desde el arte. Generalmente, en la enseñanza artística, se anima a los estudiantes a ser “expresivos”, lo que significa en la práctica, que tomen una posición exploratoria, sin ningún propósito o idea, en nombre de la creatividad y la libertad. Por tanto, el propósito de enseñar la investigación desde el arte es ayudar a los estudiantes a formar ideas que guíen su trabajo. Ayudarlos a comprender que los artistas tienen algo que decir, que su trabajo es guiado por una idea que se plasma en el material mediante una forma. Destacar la importancia de la intención, no significa, que las intenciones deban de ser fijas para siempre, no deben serlo. Deben ser flexibles, pero dentro de esa flexibilidad, deben guiar el trabajo. Pues, los propósitos se plasman mediante el uso de materiales que alcanzan la condición de medios, es decir, los materiales expresan las intenciones del artista.
Desde luego, hace falta pensar más allá de lo “conveniente”, y de enfocar aquellos procesos que se generan desde la articulación de políticas educativas y culturales adecuadas y congruentes. Necesitamos políticas educativas y culturales que proporcionen el terreno para elaborar estrategias que permitan nuevos signos de desarrollo, así como lugares de colaboración. Pero también hay reflexiones que deben generarse en las esferas más próximas, en las decisiones que involucran a directores, profesores y alumnos.
La educación artística en particular, tiene pendiente una reflexión sobre medios y usos del arte y sobre sus productos y el espacio social y cultural. Tal visión que va más allá de las academias tiene que replantearse tarde o temprano dentro de las escuelas de arte. La distribución social del arte implica mecanismos de apropiación conceptual por parte del público, por lo que se hace necesario discutir los caminos de una constante formación, gestión y difusión del conocimiento y del arte, así como de su mediación social.
Hoy por hoy las cifras son alarmantes: vemos que un gran numero de egresados abandonan su profesión porque resulta imposible de sostener. Resulta entonces valioso identificar que se puede hacer desde la escuela para organizar prácticas y estrategias para el buen devenir de nuestros estudiantes y sus familias, acorde a los tiempos actuales. La utopía está en el horizonte.

Manuel Velázquez
Marzo 2013 

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