La ecología de la mente y su aplicación en la
enseñanza de las artes
¿Cómo
organizar prácticas y estrategias para el buen devenir de nuestros estudiantes
y sus familias? ¿Por dónde pasa, en las reflexiones sobre la educación
artística, el desafío del arte contemporáneo?
En las respuestas a estas preguntas se cruzan muchas necesidades. Lo
que invita a ir más allá de los medios tradicionales del arte y de su
educación. Comprendiendo los desplazamientos del arte y sus “mediaciones”
heterogéneas.
Más que un cambio de modelo, se requiere un cambio en la
especialización de los estudiantes, diferente al enfoque que existía en mi
generación; la comunicación y la información adquiere hoy un estatuto
específico. También veo la necesidad de un cambio en cuanto a la escuela como
espacio interdisciplinario, donde se hace necesario repensar la relación entre
estudiantes y profesores; entre arte, escuela y sociedad. Más que un nuevo
modelo educativo lo que se debe proponer es una nueva manera de hacer arte,
pensar el arte como un proceso de investigación.
Con esto hago hincapié en la importancia de repensar el papel del
arte como forma de conocimiento. Pensar el arte de manera multidisciplinaria,
con profundos conocimientos de historia, teoría, filosofía, sociología,
sicología, entre otras disciplinas. Optando por un pensamiento complejo para
ligar estas distintas esferas, para abarcar fenómenos de desborde cultural:
mecanismos comunicativos que no obedecen solamente a las leyes del mercado y a
las redes de circulación centralizadas y controladas. Ante un pensamiento
horizontal, tenemos que avanzar a “regiones fronterizas” a nuevas zonas de
contacto con fenómenos que parecerían ser autónomos o segmentados. Cuestionar
los límites que la especialización del arte. Es aquí donde veo el reto mayor de
las nuevas generaciones y por supuesto también aquí el aporte mayor.
Creo que la idea es mutar de un arte centrado en la manualidad a
uno centrado en la investigación, el conocimiento y la movilidad de ideas. El
pensamiento complejo nos permitiría ver el arte como una forma de conocimiento
y de investigación multidisciplinaria. Pero una noción que me gustaría
introducir aquí, es la “ecología de la mente” una metáfora que permite
describir un modus operandi de la
mente que es multidireccional. Hablar de una “biósfera” donde el ser humano
aprende, confiere sentido a las cosas y a sí mismo por la acción múltiple
practica un “saber incorporado” y una “narración actuante” en vez de un “saber
sobre” o una “narración sobre”. Es decir, trabajar a favor de modelos, formas,
matrices, por las que se conectan procesos mentales disímbolos.
La educación actual del arte debe buscar una noción abierta que
apunte a un mundo de relaciones, trasgresiones, desplazamientos culturales y
sistemas discursivos múltiples. El problema de la educación actualmente no es
la tecnología como tal, sino el reto de elaborar nuevas “tecnologías
intelectuales” capaces de combatir contra una “complejidad organizada”. Se
trata de experimentar y desarrollar un pensamiento crítico ante la inusitada
complejidad de lo social, lo político, lo cultural. Este modelo de pensamiento
que no es “lógico” sino “ecológico” es lo que está haciendo falta en la academia,
en donde los estudiantes salten las lógicas verticales de la manualidad, la
estética y el arte para que la escuela se manifieste como espacio de
conocimiento e investigación, haciendo posible nuevas identidades culturales.
En este sentido, la necesidad mayor de los jóvenes artistas es romper con el
molde tradicional del arte.
Se trata de nutrir al arte con distintos
conocimientos, estos ayudan a
acentuar las innovaciones, a mover visiones homogéneas y estáticas. Considero
que una escuela debe contar con distintos perfiles entre sus académicos, debe
haber productores pero de conocimiento, gente activa, que aporte.
Para mí, el lugar de los creadores
actualmente es una larga cadena de coproducción que conlleva mutaciones
importantes sobre la visión tradicional del artista-creador. Hoy tenemos
personajes múltiples, algo así como curador-artista-gestor, todo “en cascada”,
se trata de un curador que es artista y gestor y que moviliza a su vez otras
funciones. Este enfoque
propone un descentramiento de las dinámicas lineales. Propongo pensar
“ecológicamente”, permitir romper las fronteras que durante mucho tiempo
separaron las disciplinas. Propongo profesores con perfil múltiple. Estoy pisando un terreno difícil. Se
trata de apuntar a una de las problemáticas específicas de la educación
artística actual, donde sabemos que no hay un futuro laboral pleno para todos
nuestros estudiantes. Tenemos que ser creativos en la solución de este
problema, buscar perfiles múltiples facilitaría la integración de nuestros
estudiantes en la sociedad. No se trata de ser “todólogos” sino de generar
nuevos caminos para el arte, la investigación y el conocimiento.
Una configuración “ecológica” del perfil de ingreso, buscaría
identidades provisorias, sujetos flexibles capaces de modificar su línea de
pensamiento. Lo que tenemos ahora es un “perfil rígido” dentro de un “modelo
flexible” que no termina por consolidarse. Queremos solamente productores de
arte en un mercado local inexistente y en un mercado global saturado de
propuestas. De nuevo, hay que buscar en las zonas fronterizas, en los cruces,
en la interacción del arte con otras disciplinas.
Pensar en el diálogo entre
“posiciones nómadas” es una de las tareas que queda por enfrentar en las
escuelas de arte. Este diálogo tiene sus “zonas de contacto” entre lo
tradicional, lo moderno y lo contemporáneo y sus identidades provisorias. Por
eso insisto, en una configuración
“ecológica”. Lo
característico de ésta no reside simplemente en la mezcla de lo disperso sino
en las des-articulaciones de modelos homogeneizadores del arte. La configuración “ecológica” nace de los articulaciones comunicantes
entre rasgos de diferentes formaciones y experiencias (la modernidad, el arte
contemporáneo, las tradiciones locales, la socialización del arte, la
recomposición y restitución del sentido de lo cultural). Esta propuesta “ecológica” busca nexos
y mediaciones entre lo supuestamente incompatible.
De tal manera que para enfrentar las problemáticas del arte hoy, propongo
los espacios, los cruces y las negociaciones entre lo culto, lo popular y lo
masivo; entre el arte, el diseño y la arquitectura; propongo un espacio donde
se suspendan las lógicas modernas de originalidad, de genio creador, de pureza
artística.
Desde luego, lo anterior nos lleva a consecuencias metodológicas
en la enseñanza artística. Desde aquí hay que marcar un puente entre las
transformaciones de lo artístico y los retos de lo que llamamos “mercado del
arte”. Este puente nos ayuda a pensar más allá de lo tradicional.
Por otro lado, el llamado “arte contemporáneo” nos permite utilizar
distintos recursos, lenguajes y medios, y una combinación heterodoxa de
disciplinas, saberes y órdenes. La diversidad, el movimiento y la búsqueda
transdisciplinaria marcan un potencial para las prácticas artísticas actuales.
Pero no se confundan, no se trata de negar la importancia del
“oficio” sino de ir más allá del pedido tradicional de los estudiantes. Muchos
vienen a la universidad a desarrollar una habilidad manual, no está mal, pero
hay que mostrarles que el arte puede ser mucho más. Mostrar la existencia de
nuevos paradigmas de representación, hablar a favor de la investigación
artística. La escuela debe mostrar un desarrollo problemático del arte, que es
parte de la reorganización de las prácticas y lenguajes contemporáneos, no
partir de una base estable, partir de una base en movimiento. Enriquecer la noción de arte a través
de matrices transdisciplinarias y móviles. Este acercamiento al arte debe de
revelar un nuevo punto de partida, tanto en su base epistemológica como a nivel
de los argumentos que se van a desarrollar en la academia.
Para mí, todo esto pasa por nuevas zonas de contacto entre saberes
y experiencias culturales, pasa lejos de aquel mapa de “centro-periferia” que
durante siglos fue administrado dicotómicamente a favor del “centro”. Pasa por
la discusión de la educación desde un espacio donde se intercambien diversas
experiencias. Pasa por un horizonte en movimiento, el cual permite
interrogarnos constantemente sobre nuestras certezas y saberes.
También existe la necesidad de aclarar cómo
enseñar de manera significativa la investigación desde el arte. Generalmente, en la enseñanza artística, se
anima a los estudiantes a ser “expresivos”, lo que significa en la práctica,
que tomen una posición exploratoria, sin ningún propósito o idea, en nombre de
la creatividad y la libertad. Por tanto, el propósito de enseñar la
investigación desde el arte es ayudar a los estudiantes a formar ideas que
guíen su trabajo. Ayudarlos a comprender que los artistas tienen algo que
decir, que su trabajo es guiado por una idea que se plasma en el material
mediante una forma. Destacar la importancia de la intención, no significa, que
las intenciones deban de ser fijas para siempre, no deben serlo. Deben ser
flexibles, pero dentro de esa flexibilidad, deben guiar el trabajo. Pues, los
propósitos se plasman mediante el uso de materiales que alcanzan la condición
de medios, es decir, los materiales expresan las intenciones del artista.
Desde luego, hace falta pensar más allá de lo “conveniente”, y de
enfocar aquellos procesos que se generan desde la articulación de políticas
educativas y culturales adecuadas y congruentes. Necesitamos políticas
educativas y culturales que proporcionen el terreno para elaborar estrategias
que permitan nuevos signos de desarrollo, así como lugares de colaboración. Pero
también hay reflexiones que deben generarse en las esferas más próximas, en las
decisiones que involucran a directores, profesores y alumnos.
La educación artística en particular, tiene pendiente una
reflexión sobre medios y usos del arte y sobre sus productos y el espacio
social y cultural. Tal visión que va más allá de las academias tiene que
replantearse tarde o temprano dentro de las escuelas de arte. La distribución
social del arte implica mecanismos de apropiación conceptual por parte del
público, por lo que se hace necesario discutir los caminos de una constante
formación, gestión y difusión del conocimiento y del arte, así como de su
mediación social.
Hoy
por hoy las cifras son alarmantes: vemos que un gran numero de egresados
abandonan su profesión porque resulta imposible de sostener. Resulta entonces
valioso identificar que se puede hacer desde la escuela para organizar prácticas y estrategias para
el buen devenir de nuestros estudiantes y sus familias,
acorde a los tiempos actuales. La utopía está en el horizonte.
Manuel
Velázquez
Marzo
2013
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