La
escultura en cerámica en Veracruz
Entre
las múltiples manifestaciones del arte veracruzano, la escultura en cerámica
afianza una de las más importantes aventuras estéticas del siglo XXI. El
despliegue multidireccional de la cerámica, como un lenguaje heterogéneo de
límites desdibujados y amplios en el cual el barro es herramienta, soporte y
espacio; refuerza la mezcla de viejas y nuevas prácticas artísticas. La
escultura en cerámica permite a los artistas ligar pasado y presente, como un
acontecimiento íntimo pero también de desplazamientos: de indagación en lo
público y lo privado, de recuperación de lo propio y de nostalgia por la
naturaleza. Surgen así, una serie de propuestas que desde perspectivas
diversas, arman un lenguaje visual pleno de significados y lecturas sugerentes.
La
cerámica, particularmente en Veracruz, constituye un territorio, un espacio
donde se desarrolla una pluralidad de artistas que responden a diversas maneras
y modos de producción. No hay rutas únicas, ni alguna que predomine
nítidamente. No existe un “estilo” en el cual la totalidad de creadores pueda
reconocerse, dándole un dirección única a ésta practica, más bien, coexisten "propuestas
diversas" que se contraponen en torno a cómo procesar y darle sentido a
los discursos artísticos dentro de los nuevos movimientos en México, que buscan
alternativas a la propuesta de homogenización de los centros culturales. La
cerámica adquiere aquí un carácter móvil, multidisciplinario y mixto; en
consecuencia, el artista puede incorporar medios y lenguajes globales con
contenidos locales, conectados con la memoria cultural y con deseos propios, es
decir, puede utilizar signos globales para nombrar significados locales.
La
escultura en cerámica es una manifestación artística de alta complejidad;
quizás, entre las expresiones de las artes visuales, es una de las que más
férreas ataduras técnicas y conceptuales debe superar, lo cual se torna particularmente
difícil en un ámbito como el nuestro, donde las renovaciones estéticas no
pueden apelar a las sofisticadas aplicaciones tecnológicas que acompañan o que
se propician en otras latitudes sino que por el contrario, tienen que aferrarse
a las bondades de la “tradición” a las potencialidades semánticas de los
materiales y a la hondura metafórica de los discursos artísticos. De ahí que la
escultura en cerámica, en tanto proceso de renovación artística, está marcada
por la necesaria expansión del lenguaje artístico de la periferia.
La
escultura en cerámica en Veracruz se caracteriza por una vocación identitaria
fuertemente comprometida con el reconocimiento de su contexto geográfico, de su
memoria, de su presente histórico y su legitimación como territorio cultural
“alterno” al centro. Estamos en presencia de una técnica que amalgama el
presente con la más ancestral de las tradiciones de la escultura en nuestra
región. De esta manera, la escultura contemporánea en cerámica no desdeña la
continuidad de sus raíces, al tiempo que apuesta por su necesaria renovación.
En
la escultura en cerámica de Veracruz el pasado no ha dejado de erosionar las pretensiones
de ruptura absoluta de la modernidad. Lejos
de cualquier nostalgia o mimetismo fácil; la obra de muchos de los artistas
veracruzanos surge de una reflexión comparativa sobre los modos de significar y
ritualizar lo que construimos, de un manera ni repetitiva ni folclorizante. Los
artistas no se fugan de un presente inhóspito; quieren incorporar la densidad
de la historia a la mirada contemporánea. El retorno a los orígenes premodernos
como recurso para descentrar y diseminar la mirada actual.
Cuando
reflexionamos acerca de las particularidades del arte realizado en los últimos
años, no deja de asaltarnos una sensación de incertidumbre. Somos espectadores
de una época que se nutre por impresiones que, como tales, pasan rápidamente,
dificultando a veces su análisis. Nos movemos en un espacio de contornos poco
definidos, en un área fronteriza donde los límites suelen no ser precisos y los
acontecimientos se suceden en forma vertiginosa. Vivir en la "época de la
globalización", genera el temor de que se consolide una cultura
internacional homogeneizada, tendencia que impediría desarrollar tradiciones e
historias locales que siguen siendo reservas de identidad.
La
homogenización asimilada a ciertos lenguajes contemporáneos, propicia una forma
de arte en la que muchas veces no tiene cabida lo que se hace fuera de los
centros emisores. Las áreas “periféricas” son observadas con sospecha cuando se
apropian de tales recursos y se las ve como imitadoras de un lenguaje que no
les pertenece. Parecería que deben exagerar sus rasgos particulares, aumentar
el exotismo, para ser auténticos. Ello incide en la actitud de muchos artistas
veracruzanos, quienes deciden darle otra mirada a la historia cuyo campo de
análisis se ha vuelto a abrir. La experiencia del arte contemporáneo en Veracruz,
lleva a enfatizar las identidades en los procesos de construcción activa del
arte, mediante la apropiación, la integración y la continuidad de las
tradiciones.
La
escultura en cerámica en Veracruz, está siendo usada como paradigma del actual
concepto dinámico de la identidad cultural. En general la reflexión entorno a
la identidad pasa por renombrar y resignificar la realidad desde un
cuestionamiento al propio lenguaje establecido de la cerámica. Es larga la
lista de artistas que podríamos mencionar trabajando en esa misma dirección,
con la particularidad de que varios de ellos realizan al tiempo contribuciones
en el campo de la técnica de la cerámica, como representantes de una fuerte
tradición. Claro ejemplo de esta afirmación son los trabajos de Maite
Rodríguez, Marta Ovalle, Joel Rojo, Margarita Chazaro, Teresa Gómez, Tomas
Owen, Leonor Anaya, Laura Beverido, Isabel Lasserre, Emma Luisa Lucero, Dora
Nelly Gómez, Elsa Naveda, Roberto Rodríguez, María Luisa León, Aída Aguilera,
Rocío
Sagaón y Mariana Velázquez, son creadores que propician nuevas miradas al arte
contemporáneo de Veracruz desde la escultura en cerámica. Dichas
miradas se comprometen de distinta manera con su entorno, poniendo en evidencia
las particularidades regionales y la manera como cada artista las observa.
Repensar la cerámica, proyectarla al presente,
es un recurso que ha servido como base para el análisis de una identidad que no
pretende ser un todo coherente, sino que es el escenario de diversas memorias y
proyectos colectivos e individuales, con el reconocimiento, de que en general, los
proyectos cambian con el tiempo, hacen crisis, se modifican o son abiertamente
rechazados. En términos temáticos, la mirada de estos artistas se centra en
rasgos y aspectos esenciales de su entorno. La flora y el paisaje constituyen
algunos de los motivos recurrentes del quehacer escultórico local. Mientras que
en el orden técnico, los creadores optan por la franqueza del procedimiento y
abrazan la práctica de la cerámica como un rasgo distintivo.
Las
peculiaridades del desarrollo político, social y económico de nuestra región,
no podían dejar de incidir en la manera de hacer arte. Reflexionar sobre su
realidad les da a los artistas argumentos y alternativas para concebir el hecho
artístico. Y cada vez más éste es visto como un significativo recurso para la
transformación de la sociedad. En sociedades como la nuestra se asume el arte como
principio de identidad. Sin embargo para jóvenes creadores como Abel Zavala, Daniela
Solís, Nicolás Ramírez, Luciano Molina, Renata Cassiano, jerónimo Morquecho,
Constantino Méndez, Artemio Mendoza, Silvia González, Rabí Montoya, Marisa
Lomán, Emma Cuellar, Berenice Beaven, Luis
Ramírez, Belén Hernández y Efraín Gonzales ya no se trata de identidad sino de
identidades. El trabajo de estos creadores no trata de describir el entorno
sino de problematizarlo, volviendo a pensar ciertos supuestos, reformulando
códigos, usando la heterogeneidad como una estrategia recurrente. Los
jóvenes artistas usan elementos formales, valiéndose de ellos no sólo para producir
imágenes, sino para reconstruir y comprender su universo propio.
La
renovación de la escultura en cerámica en Veracruz, es un proceso de largo
aliento que se ha fortalecido en la primera década del siglo XXI, dando pasos
progresivos hacia el cuestionamiento de la cerámica asociada simplemente con
practicas utilitarias. Si tales situaciones fueron evidentes a fines de los
sesentas o en los tempranos setentas, la tendencia a profundización en tal
problemática fue creciendo. El progresivo cuestionamiento de las posibilidades
semánticas de la cerámica, como materia y soporte del arte, produjo a una nueva
visión del arte producido en Veracruz, que lejos de marginarse del centro, toma
un papel más activo. Este enfoque representa un cambio radical, se trata ahora
de privilegiar la intención y el concepto. El tiempo, el lugar y el contexto le
agregan a la practica escultórica un enorme significado. La separación de un
recetario ideológico y estético que se afirma en la existencia de modelos homogeneizantes,
abrió el camino para nuevas búsquedas que se enfatizan en una resemantización
de la cerámica como lenguaje heterogéneo, dinámico y flexible, en la cual el
artista veracruzano maneja dos relatos paralelos: el que le aporta la historia
y el que él construye con su obra
Gustavo
Pérez, es uno de los artistas que más a aportado a la practica de
la cerámica no sólo en Veracruz sino a nivel nacional e internacional, es uno
de los máximos exponentes de la cerámica en México. La huella del torno es
notoria en cada una de sus obras. La cerámica adquiere en él un matiz técnicamente
impecable. El carácter técnico y conceptual de cada una de sus obras se ha
intensificado en el uso del torno como herramienta básica. La reformulación de la
vasija es el camino que este escultor escoge para lanzarse a la conquista del
espacio. Ángulos, rectas, curvas y figuras geométricas acompañaran a cada pieza.
Para
Gustavo Pérez el barro es su propio escenario; es el espacio inagotable y es el
proveedor constante que cada día le ofrece un verdadero desafío. Sus manos
apoyándose en cada pieza van recogiendo imágenes y materia, encontrando en el
barro el mayor atractivo para la creación. Las piezas se ablandan, se aflojan,
se retuercen, se alargan y se ensanchan frente a la mano y la mirada de Gustavo
Pérez. A cada pieza les inyecta creatividad y los convierte en objetos de arte,
alejándolos definitivamente de lo utilitario y lo cotidiano.
De
esta manera, este "maravilloso laboratorio de imágenes" que ha sido la
practica de la escultura en cerámica en Veracruz, se enriquece precisamente por
la multipolaridad de sus componentes y creadores. La necesidad de definir su
espacio en el arte mexicano, lleva a la inquietud de documentar este proceso,
ya sea como testimonio o para incorporar una base histórica a la investigación
artística como forma de conectarse con lo colectivo. Para ilustrar este proceso
se realiza el Tercer Coloquio Internacional de Escultura en Cerámica como una
muestra altamente representativa del quehacer escultórico de esta región, tan
poco valorado entre nosotros mismos.
Con
un aire festivo, este Coloquio Internacional de Escultura en Cerámica permite
reordenar, según su propio filtro y singularidad, la riqueza de las propuestas
de los creadores veracruzanos. Este evento es trascendental debido a que
permite el intercambio de información con artistas de diferentes partes del
mundo, dando lugar a debates y reflexiones, motivando la búsqueda de mayores
posibilidades en cerámica escultórica, con el fin de insertarla en un contexto
internacional. Se trata de un espacio de reflexión y análisis que favorece el
desarrollo y consolidación de la escultura contemporánea en Veracruz.
La
escultura en cerámica así como cualquier otra manifestación artística, tiene
que pensarse. Su discurso habrá que construirlo desde una perspectiva que por
un lado reconstruya su historia y por otro, que edifique sus cauces actuales a
través de un concepto ampliado que exige hoy día cualquier manifestación
artística para su adecuado estudio e interpretación. La cerámica veracruzana
atraviesa uno de los momentos más saludables de su de-cursar, poniendo a prueba
su capacidad de desplazamiento, en plena sincronía con su vocación identitaria
y sentido renovador. La escultura en cerámica debe ser pensada por nosotros
mismos, para la cabal comprensión de nuestra dimensión artística.
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