miércoles, 21 de diciembre de 2011

Paisaje restaurado. Paloma Torres



Paisaje restaurado
Paloma Torres

Paloma Torres es uno de los principales referentes de la escultura en cerámica en México, su exposición “Paisaje restaurado”[1] en la galería Casa Principal, del Instituto Veracruzano de la Cultura, en el marco del Tercer Coloquio Internacional de Escultura en Cerámica, nos muestra elementos arquitectónicos resignificados en el barro como material escultórico, su lectura estética se potencia para resolverse en una estimulante paradoja afectiva y cultural. De extraordinaria fuerza, la escultura de Paloma Torres posibilita el encuentro entre el pensamiento y la materia. Muros, esferas y columnas invaden el espacio físico y la realidad sensible del espectador, creando estados anímicos que se asocian con la emoción de contemplar paisajes urbanos; el esqueleto y las vísceras de diferentes edificaciones. Bajo esta perspectiva, su obra no sólo es un estímulo fisiológico, sino que es el resultado de un impulso que se despliega en el tiempo y el espacio que se inscribe en procesos cognitivos, ideológicos y culturales.
Los relieves reticulares de Paloma Torres refieren a lugares ficticios, son construidos a partir de un entramado de imágenes que constituyen la materia de nuestros propios recuerdos, una serie de construcciones artísticas que colapsan la univocidad del sentido, hasta hacer de él un dispositivo complejo de discurso. Se trata de un uso de la arquitectura a partir de la cerámica y de los vínculos que la artista establece con ella, a partir de significados instalados en la memoria.
Para Paloma Torres, no se trata de ver la cerámica solamente como materia y soporte de sus obras, sino como una entidad afectiva, es decir, ve la cerámica como un medio en el que se realiza y se concreta una experiencia, un acto o un vinculo. La cerámica en Paloma Torres aparece siempre bajo estas condiciones, de otro modo sólo presentaría un conjunto de piezas concretas y singulares pero carentes de significados. Su escultura en cerámica es significación construida; invade el espacio en que el público transita, al que somos atraídos fuera de nosotros mismos, generando en sí un espacio heterogéneo, que permite un conjunto de relaciones que definen emplazamientos irreductibles entre sí, en ningún modo imbricados. 
El proceso de utilización del espacio que podemos observar en la obra de Paloma Torres, se apoya esencialmente en el vínculo de afectos que el espectador establece con su escultura. Es el vínculo por tanto, lo que hace patente la existencia de su obra y simultáneamente la presencia de la afección[2]. En “Paisaje restaurado” es el conjunto de vínculos con lo arquitectónico, lo que hace que la escultura de Paloma Torres adquiera sentido. La huella de la arquitectura es notoria en cada una de sus obras. El carácter arquitectónico de sus esculturas se intensifica en el camino que escoge al lanzarse a la conquista del espacio del espectador. Rectas y curvas disparan la abstracción y despiertan en cada obra una metáfora de lo cotidiano. Para esta escultora la arquitectura es su escenario; es el espacio proveedor que le ofrece un verdadero desafío.


[1] La exposición El paisaje restaurado se realizó del 1 de septiembre al 10 de noviembre de 2011, en el Centro Cultural Casa principal (IVEC).
[2] El vínculo se hace afección, desde la creación de la obra, lo que para Peirce lleva el nombre de sensación, que es la significación como tal.

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