Ondulaciones
bajo el puente
Un árbol distante y solitario destacando en
un horizonte dorado.
Risa en
la oscuridad, Vladimir Nabokov
La exposición Ondulaciones bajo el
Puente de Aurora Noreña, presente en el Jardín de las Esculturas de Xalapa
(IVEC) hasta finales del mes de octubre, incluye: ensamblaje, pintura, video,
escultura y un libro digital. El cuerpo de obra pertenece a una vastedad de
intereses y reflexiones sobre la noción de “horizonte” que la artista viene desarrollando
desde hace dos años. Diversas son las líneas de investigación y estrategias
creativas empleadas, pero toda la producción comparte la propuesta de una
revisión del “horizonte” como construcción cultural. El interés de la artista
es un análisis al tema desde distintas perspectivas y múltiples medios, pidiendo
al espectador una lectura transversal para darle sentido a la muestra.
Aurora Noreña parte
de la idea “que el horizonte es un punto de inflexión entre el mundo y el
sujeto, ya que acopla un exterior, esa imagen real/virtual de la lejanía
extrema con la singularidad del individuo que la reconoce. Es un punto de articulación, que lleva al individuo a
plegarse sobre sí mismo y a mostrar una interioridad compleja que se
corresponde sólo de manera indirecta con el horizonte divisado, ya sea marítimo,
desértico o boscoso.”
Aurora Noreña entiende
la escultura como una disciplina que permite manejar nociones complejas y
dispersión creativa por medio de materiales heterogéneos y particulares maneras
de construcción significativa. En su obra intervienen factores de todo tipo,
materiales, corporales, de percepción visual. Sus esculturas mezclan productos
industriales (muebles y madera) para obtener híbridos imprecisos, que terminan
construyendo referencias al horizonte. En ellas, todo se torna relieve; diversas
retículas sirven para plegar imágenes de objetos sobre sí mismos. La imagen se
fragmenta en celdas autónomas que dan cabida a continuidades, discontinuidades
y serialidades.
Para Aurora Noreña “El
sujeto/observador se pliega sobre sí mismo dislocando el acto de contemplación
y la percepción óptica de sus pensamientos, deseos y sensaciones. Debido a ello
la imagen natural o abstracta observada en el horizonte deviene otra cosa.”
La artista explora
también un tipo de “apropiación” en la pintura, recuperando e interviniendo
cuadros de paisajes que recolecta de bazares o tiendas. Estas piezas podrían
fundamentarse en una “naturaleza” que desconcierta, la artista interviene las
“pinturas recolectadas” utilizando sólo una incisión, con esta simple acción el
horizonte imaginario sigue su ritmo vital, desacelerado pero categórico y
potencial. En definitiva en sus pinturas, el horizonte pierde su característica
de finísima división entre cielo y tierra, entre mundo y sujeto para multiplicar
todo lo que dentro de él cabe, es decir la manera en la que se piensa, siente y
percibe la alegoría de la lejanía extrema. Sus pinturas son una sorprendente
manera de obligar al espectador a ser parte activa de la reflexión frente al
horizonte.
Aurora Noreña busca
la habilidad acomodadora de nuestra percepción, creando así una estrategia de
aclimatación, de inducción placentera, capaz de expresar algo más de lo que se
ve en la superficie, en la armazón informativa.
Manuel Velázquez
Septiembre 2012
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