jueves, 23 de julio de 2009

El mercado del arte en México


El mercado del arte en México
Manuel Velázquez
Mayo 2009

El presente ensayo intentara indagar sobre el mercado del arte en América Latina a partir de los años setenta y hasta nuestros días, enfocando este análisis principalmente al mercado del arte en México. Se examinara brevemente la situación socioeconómica internacional y la crisis recurrente de algunos países latinoamericanos que influye de manera directa en la compra de obra artística.
En la actualidad no parece que sea un buen momento para alcanzar grandes cotizaciones, como asegura Juan Várez, consejero delegado de Christie´s en España[1]. La inversión en arte latinoamericano se realiza fundamentalmente en los propios países del área, por lo que se resiente la situación socioeconómica de lugares tan importantes como Argentina, México, Colombia y Brasil. La confianza no es plena. Las casas de subastas y las galerías tienden a una política conservadora dejando que el mercado decida, evitando grandes riesgos.
Sin embargo, para algunos, si la crisis está ahí, es un buen momento para la inversión, como asegura Ana Sokoloff, responsable del departamento de arte latinoamericano de Christie´s[2], el entusiasmo de los compradores se manifiesta en cada una de las subastas, como ocurrió en la de noviembre de 2001, en la que se alcanzaron grandes cotizaciones de obras de autores como Fernando Botero, Rufino Tamayo o Remedios Varo, acompañadas de récords de cotización de otros autores contemporáneos de menor nombre como Sergio Camargo.
Como se puede observar el mercado del arte es complejo y no se ajusta fácilmente a las normas comunes de otros mercados financieros.
Las casas de subastas siguen apostando por las obras latinas, desde el arte colonial, hasta las obras contemporáneas.
La primera casa de subastas que abrió un departamento propio para la obra de América Latina fue Sotheby´s[3]. Ya en el año 1977 realizó la primera subasta de pintores mexicanos, y en 1979, la primera en exclusiva de arte latino. Christie´s[4] se sumara, dos años más tarde, en 1981, con el departamento de arte latinoamericano que ha tenido un espectacular crecimiento con el paso de los años.
Las casas de subastas locales no están solas en la promoción de los artistas de América Latina. El mercado internacional, está centrado fundamentalmente en Estados Unidos, y en menos medida en Europa. Los autores consagrados, de trascendencia internacional, tienen una buena cotización en todo el mundo, ya sea entre coleccionistas o en los museos de arte contemporáneo. Por eso, el mayor esfuerzo se realiza con los autores jóvenes, que llegan a Europa a través de las principales ferias, como la Documenta, de Kassel, la feria de Basilea, la de Colonia, y, en España, Arco, en Madrid, o Foro Sur, la Feria Iberoamericana de Arte Contemporáneo de Cáceres[5].
El interés por el arte latinoamericano está presente también en el Internet. La casa Sotheby´s[6] dispone de un sitio, desde enero de 2000, para el arte latinoamericano. Una categoría especial con lotes de más de 100 artistas a la que se suma otro sitio como el de Arts of México.
Frida Kahlo se ha convertido en mito, lleva rompiendo desde hace años los récords de cotizaciones y supera habitualmente el millón de dólares.Precisamente, en la última de Christie´s de arte latinoamericano en Nueva York se presentaba un lote (precio estimado 30.000-40.000 dólares) con vestidos de la artista y una carta escrita a Leon Trotsky.
De la lista de artistas privilegiados por el mercado, además de Frida y Rivera[7], se destacan: el colombiano Fernando Botero, el cubano Wilfredo Lam, los chilenos Matta y Claudio Bravo, los brasileños Emiliano di Cavalcanti, Tarsila do Amaral, Sergio Camargo, Alberto da Veiga Guidnard o Alfredo Volpi, el uruguayo Joaquín Torres-García[8] y, por extensión, todo lo salido de la escuela del sur, los también mexicanos José Clemente Orozco, Rufino Tamayo[9], David Alfaro Siqueiros o Remedios Varo, el argentino Xul Solar, el escultor de Costa Rica Francisco Zúñiga o los venezolanos Armando Reverón, Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto.
El precio de las obras varía, entre otras cosas por su tamaño, pero siempre presenta precios altos. En la subasta de mayo de Christie´s había lotes muy valorados con obra importante de Rufino Tamayo, como “La tierra prometida” (1.000.000-1.500.000 dólares), “Los vendedores de pescado” (300.000-400.000 dólares) y “Fuego”, ésta vendida en Sotheby´s (800.000-1.000.000 de dólares); de Wilfredo Lam, “La Sierra Maestra” (400.000-600.000 dólares); de Fernando Botero, “La pica” (400.000-600.0000 dólares), y de Matta, “The Ecclectrician” (400.000-600.000 dólares).
Mención especial merece Francisco Toledo (México, 1940) quien vendió su obra Plano de Juchitán, 1961 por 446.000 dólares (récord del artista en subasta) en Noviembre de 2000, en Nueva York.
Los artistas mexicanos de los años sesenta, como Lilia Carrillo, Pedro Coronel, Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Gunther Gerzso, Fernando García Ponce, Kasuya Sakai, Luis López Loza y Arnaldo Coen tienen una presencia importante en el mercado nacional e internacional.
Los casos de artistas de los ochenta como Irma Palacios, Francisco y Alberto Castro Leñero, Arturo Rivera y Rafael Cauduro, cuentan con precios hasta el momento reservados para los grandes maestros.
La nueva generación de artistas latinos va ocupando su lugar a través de las promociones de las principales ferias internacionales y galerías que apuestan por las expresiones últimas del arte. La lista de los autores actuales puede hacerse interminable pero, junto a los citados, se repiten en la selección, entre otros, Gabriel Orozco (México, 1962) Beatriz Milhazes (Brasil, 1960), Ernesto Neto (Brasil, 1964), Vik Muniz (Brasil, 1961), la fotógrafa cubana Marta María Pérez Bravo (1959), Priscila Monge (Costa Rica, 1968), María Fernanda Cardoso (Colombia, 1962), Doris Salcedo (Colombia, 1958) o José Resende (Brasil).
Mención especial merece Gabriel Orozco, quizá el artista mexicano mas influyente en el arte actual.
Gabriel Orozco en entrevista con María Minera declara: El mercado es una arena donde se desenvuelve el individuo en función de su ideología, sus intereses, sus valores. El mercado no tiene la culpa. Muchos en México todavía hablan del mercado del arte como si fuera el diablo: es como culpar al mar de que te ahogaste. El mercado en realidad es otro espacio del arte, como el museo, la calle o la sala de la casa; otro espacio donde el arte circula públicamente, y añade después: Parte de mis exploraciones como artista tienen que ver con esto: la conciencia del sistema económico de producción del objeto artístico, que va a influir no solamente en el resultado estético (si es de oro o de cartón, si es grande o pequeño, si es frágil o resistente, si es impermeable o no lo es…), sino que además va a imponer unas reglas de distribución y de consumo en el mercado cultural y financiero de la obra. La actitud política, económica e ideológica de un artista comienza en el momento en que decide cómo va a ejecutar una obra[10].
La singularidad del éxito de Gabriel Orozco en la arena mundial del arte lo ha colocado como el artista más relatado del momento, anterior a su éxito muchos se preguntaban ¿Quién iba a comprar una instalación, una caja de zapatos o un letrero en la pared o un conjunto de fotocopias?
Performances, instalaciones, obras con materiales “pobres” y temas críticos, se creía que difícilmente hallarían acomodo en los consumos privados, como no fuera en los intelectuales. Se decía que la obra no objetual era invendible, por que la obra objetual suele tratar temas que interesan poco para la sala de la casa, sin embargo la fortuna crítica y los valores que pueden impactar los precios de la obra llego para algunos y actualmente el consumo de arte contemporáneo vive una buena salud, reflejada en colecciones importantes como la de Jumex[11].
A pesar de los datos expresados anteriormente, hoy el arte en México vive, como en otras partes del mundo, inmerso en las circunstancias económicas, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, que se ha reflejado en el cierre de varias galerías, en la disminución sensible del coleccionismo y, por supuesto, en las condiciones de vida de los artistas poco conocidos, cuya labor se inscribe en la economía informal. La gran disparidad de precios entre artistas consagrados y no, es enorme, y se expresa en las estadísticas, aunque se exagera, son contundentes: de cada cien aspirantes que entran a estudiar la carrera de artes visuales, acaso ocho llegan a obtener su licenciatura, cinco permanecen dentro de su profesión y apenas uno gozará el candil del éxito. Como dice Felipe Ehremberg: Genios abundan, lo que hace falta es que los genios se administren[12].
Finalmente, en la actualidad la situación del artista es en cierto modo paradójica, dependiente de la libre expresividad artística y del complejo marco social, en que se desenvuelve, nunca hubo tantos artistas, y sin embargo al mismo tiempo, solo unos pocos pueden actuar como artistas profesionales, dedicados a su obra y viviendo de ella.

[1] http://www.lukor.com/literatura/noticias/0810/02072705.htm http://generalzuazua.olx.com.mx/coleccion-de-catalogos-de-subastas-de-christies-iid-15583833
[2] http://www.comunicacion-cultural.com/archivos/arte/
[3] Sotheby's México City, Campos Elíseos 325-5 Polanco, México, D. F. 15560, México. Tel: 5255 5281 2100. Fax: 5255 5280 7136
[4] Christie's Ciudad de México. Gabriela Lobo, globo@christies.com Tel: +52 55 5281 5446 Fax: +52 55 5281 5454
[5] Sánchez, Osvaldo. “… Mejor cómprate otro avión. Dilemas del coleccionismo de arte contemporáneo en México” en Hablando en plata. El arte como inversión, México, Océano- Landucci, 2002. P. 108
[6] http://www.picassomio.es/directorio-de-casas-de-subastas/sothebys-mexico-city.html
[7] La obra de Diego Rivera: Vendedora de flores, 1942, se vendió por 2.970.000 dólares en Noviembre 1991, en Nueva York, para el Rockefeller Center.
[8] La obra de Joaquín Torres-García (Uruguay 1874-1949): Composition symetrique universelle en blanc et noir, 1931, se vendio por 937.000 dólares (récord del artista en subasta) en Mayo de 1995, en Nueva York.
[9] La obra de Rufino Tamayo: Niños Jugando con fuego, 1947, se vendió por 2.202.500 dólares en Mayo 1994, en Nueva York, también para el Rockefeller Center.

[10] MINERA, María. (2006) “Conversación con Gabriel Orozco” en Letras Libres, México, México, diciembre de 2006.
[11] Sánchez, Osvaldo. “… Mejor cómprate otro avión. Dilemas del coleccionismo de arte contemporáneo en México” en Hablando en plata. El arte como inversión, México, Océano- Landucci, 2002, p. 108
[12] Felipe Ehremberg, El arte de vivir del arte, Biombo Negro, México, 2001.

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