Casos y cosas
En sus pinturas más recientes Edgar
Cano se ha tornado más obscuro, también se preocupa en mayor medida por las
cosas y los personajes que elige representar. Este artista ha restaurado una
lógica pictórica al personalizar las referencias de su obra que llegan a la
cita, a la alusión. La serie Casos y cosas, parece sofocarse cada vez más en la
constante saturación de las imágenes. Su obra se estructura sobre lo sensible,
sobre el imperio de las formas. Esta labor, que a veces corre por cuenta de un
dispositivo oculto, tiene resonancias con el trabajo de Daniel Lezama. No es
casual por eso el uso de la cita para la elaboración de las imágenes.
En esta serie Edgar
Cano se aferra más y más a la vitalidad de la representación. La insistencia
por la figuración constituye una legítima preocupación y un encomiable afán por
encontrar un lenguaje propio. Sus imágenes no dejan de crear una cierta
sensación de nostalgia, aunque no se trata de buscar emociones perdidas, sino
de reflexionar y dialogar con el presente. Su pintura no sólo traduce
técnicamente un acontecimiento sino también cierta ironía. Mientras los
recursos heredados de la “pintura academicista”, son los elementos claves de
que se vale para la configuración de sus obras; conceptos como soledad, dolor o
marginalidad forman parte del mundo que representa. Por ello adopta elementos
que forman parte de reconocidas imágenes del arte occidental, al mismo tiempo
mantiene una figuración personal, susceptible de ser entendida y
conceptualizada en su propia realidad.
En sus retratos las
figuras realistas están rodeadas de objetos que aluden a elementos
característicos de zonas marginales de la megalópolis. La relación que se
establece entre los personajes y el paisaje, le sirve para confrontar nociones
como soledad y saturación. El desmedido desarrollo urbano, la concentración de
población en las ciudades y el crecimiento industrial, incidieron en la
configuración de esta nueva serie de Edgar Cano. Ello ayudó a gestar una
pintura que nace del cruce entre lo urbano y lo rural. Desde esta perspectiva,
su obra se vale de un mundo iconográfico que mezcla personajes y situaciones
donde la ironía a veces sutil, otras muy directa, nos enfrenta a una realidad
que sigue siendo parte de la ciudad.
Manuel Velázquez.
Xalapa, Veracruz, abril 2012
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