lunes, 11 de agosto de 2008

Galerìa es / no es
Por Omar Gasca

Quien escribe, convenció a Coni Armendáriz para que en la galería Marie-Louise Ferrari se llevara a cabo una suerte de exposición con ideas escritas y visuales, neófitas e iniciadas, profanas y sagradas (por eso de las vacas), acerca de lo que las galerías son y no son, con especial interés en las locales, todo ello a efecto de hacer un ejercicio de reflexión en torno a un estado de cosas que parece necesario cambiar. La inauguración, prevista para el 16 de julio, tuvo que posponerse, ya que las participaciones eran escasas para el momento en que debía hacerse el anuncio y la promoción. Pero a propósito de esa iniciativa y de sus propias inquietudes, Manuel Velázquez especula sobre la galería AP de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, acción que involucra una serie de preguntas sobre su identidad, sentido, destino, la calidad de sus eventos, pertinencia, resultados y costos, todo ello suscrito a la “idea de recuperar lo que fue un icono representativo de identidad y de aspiraciones como sociedad académica dentro de la universidad”, según sus propias palabras.
Velázquez se refiere también a la necesidad “de hacer un mapeo de las principales galerías de Xalapa, a efecto de aportar conceptos sobre sus perfiles que les permita evaluar y mejorar exitosamente sus propuestas, procesos y actividades, ya que las galerías y los espacios culturales públicos en nuestra entidad, que gozaban de prestigio, ahora está en decadencia”.
Dura lex, sed lex equivale aquí a “la palabra es dura, pero es la suya”: decadencia. La pregunta es si ésta se debe a la falta de promoción, a la mala selección de expositores, a la baja calidad de los montajes, al agotamiento de los públicos, a la omisión respecto de actividades complementarias relacionadas con la sensibilización y la difusión o a todo conjunto. A propósito, Velázquez sostiene que “urge una reflexión sobre los ideales que definen y precisan parte de nuestras aspiraciones, memorias e imaginarios colectivos como sociedad cultural. Una gran parte de las galerías y museos de nuestro país y de Xalapa, en particular, están en crisis, debido a que los ciudadanos a los que están dirigidos no participan de la llamada oferta cultural”. En buena medida, esto último obedece a que tales ciudadanos no se sienten convidados, invitados, colegiados por la propia oferta, que es de suyo poco convincente ya que las obras suelen no decirles nada, porque nada tienen que decir, o gracias a un desinterés propio que es pariente directo de los niveles culturales, educativos y sensibles promedio. A eso hay que sumar, a veces, el insuficiente gasto en talento sugestivo, seductor, persuasivo y atrayente en las prácticas de difusión y promoción, sin descontar los diversos factores económicos y sociales que impactan los deseos, los ánimos, los movimientos y los tiempos de los individuos que hacen o harían las veces de público potencial. Aunque en el mismo país, con aproximadamente los mismos rangos de escolaridad y con niveles de ingreso relativamente semejantes, hay otros casos, como el de Spacio R en León, o como el de El sótano de Rita, allá en Tijuana, sobre Avenida Revolución, entre las calles Tercera y Cuarta, exactamente donde estuvo Río Rita –y donde Tijuana No y Los Fabulosos Cadillacs hicieron alguna vez un mano a mano–, que es un lugar exitoso, de exposiciones, danza, performances y demás, lleno hasta la azotea casi siempre. Y así hay otros espacios funcionales en Oaxaca, México, Monterrey y Guadalajara, por ejemplo, que sugieren que la diferencia está en el ánimo, en la voluntad, en oponerse a las inercias, en echarle ganas. La otra diferencia radica en lo de siempre: confundir la familiaridad con el conocimiento.
“Estas preocupaciones –dice Velázquez– parecen triviales y ajenas a la realidad, toda vez que una parte de la población se ve forzada, día a día, a procurarse un nivel básico de supervivencia antes que ninguna otra cosa”. Pero el pintor vuelve a la galería de su Facultad, la AP, para señalar que “los límites de su influencia pueden ser nuestros propios deseos y necesidades, ya que una propuesta relevante debe partir del ejercicio colaborativo de los académicos de la Facultad de Artes Plásticas, especialmente de quienes se encuentran en condiciones de modificar su situación”. Y agrega: “Anteriormente, gracias a una amplia participación académica, la programación que la Galería AP ofrecía era variada, con diferentes tendencias y conceptos, lo que permitía tener una audiencia abierta a nuevas propuestas. Además, al estar siempre en línea, manteniendo contacto directo con los estudiantes, se generaba un intercambio rico en información, convirtiéndose aquélla en punto de apoyo académico para diversos cursos y talleres”.
Velázquez refiere que no es fácil distinguir objetivamente las causas ni los efectos del retroceso que se ha producido, si bien cuenta que, al no contar con un presupuesto propio, la galería no puede atender con calidad y éxito su labor académica y cultural. Se requiere, según él, un proyecto integral que permita redefinir sus metas y propuestas, y entre las primeras incorporar conceptos verdaderamente formativos, además de orientarse a contar con una programación que la distinga de otras galerías, profesionalizando su labor museística y atendiendo a su naturaleza académica y universitaria con calidad.
“La galería AP –dice Manuel Velázquez– debe hacer un uso mas eficiente de la tecnología, no sólo en su ejercicio de difusión sino en la construcción de espacios virtuales de creación, expresión y entretenimiento. Entre otras cosas, esto favorecería la obtención de recursos, por ejemplo con la creación de una página en línea que permita y promueva la venta de obras de estudiantes y maestros, ofrecer servicios de diseño y consultoría para exposiciones, coloquios o simposios y la organización de subastas de arte, además de cursos autofinanciables, ventas de artesanías, proyectos de restauración y eventos diversos”. Velázquez propone, además, una revista virtual que dé a conocer los productos artísticos y de investigación que generan los Cuerpos Académicos y docentes de la Facultad, una muestra anual colectiva de estudiantes y maestros que a manera de propuesta académica trabaje sobre la búsqueda de un lenguaje individual pero inmerso en una sociedad global, y actualizar y aumentar las actividades de la Galería AP. Pero con respecto a éste y otros espacios, él sabe –como todos los demás– que las propuestas suelen convertirse en retórica, que la apatía limita, que el individualismo aísla, que el sujeto se confunde con el objeto (lo institucional se vuelve personal), que el que propone se transforma en ofensor y que el conformismo no compromete.
Lo que se olvida es el sentido, el para qué, y entre inercia y vicio ahí la llevamos (quién sabe a dónde). Y si el ingreso es cómodo…

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