viernes, 28 de diciembre de 2012

Metales de Antonio Caloca


Metales de Antonio Caloca

La obra del joven Antonio Caloca se basa en la experimentación y en un ejercicio de introspección; esa imbricación íntima con las cosas, sus representaciones, sus símbolos, su existencia discursiva. Caloca realiza una serie de fotografías de pequeños objetos metálicos. El objeto fotográfico elegido es una pieza de metal, un acercamiento que nos sorprende por lo imprevisto, por la resignificación del objeto mismo, envejecido por el implacable paso del tiempo, lo que a la vez le otorga una dignidad de objeto ritual.
La obra de Caloca presenta elementos vinculados con lo que ignoramos; lo que existe y no nos damos cuenta. El autor nos habla de la pérdida de la capacidad de asombro. Su obra articula las relaciones entre lo visible y lo invisible, lo que se oculta y lo que se da a ver, lo que se puede decir o nombrar y lo que permanece en las penumbras del lenguaje. El ejercicio fotográfico supone un dispositivo que permite hacer visibles aquellos detalles que ignoramos.
A lo largo de los últimos meses, el trabajo de Caloca ha girado en torno a dos líneas generales de investigación. La primera, de orden estrictamente técnico, tiene como principal propósito la experimentación con la fotografía, el método que utiliza tiene que ver con enfocar cosas muy pequeñas sin necesidad de usar un lente especial macro; desenrosca y voltea el lente, literalmente lo usa al revés. Con esto ha logrado una eficaz síntesis de recursos, combinado con procedimientos de impresión digital en papel fotográfico, lo que permite obtener resultados acordes a sus propósitos plásticos. Recurriendo a técnicas de registro digital de alta resolución, este artista ha podido sacar texturas y formas con extrema fidelidad y gran riqueza visual. Cada imagen es de aproximadamente de un metro por un metro veinte centímetros.
Por otra parte, Caloca toca el tema de la memoria y el olvido como fundamento de su discurso artístico. Lo que aparentemente conocemos pero también ignoramos de un objeto, o de nosotros mismos. Opta por un tratamiento iconográfico de tono bajo, en el que su narrativa es expresada de manera oblicua, elegante, austera y poética. Su obra es una exaltación de lo pequeño, del desgaste y la oxidación.
La obra de Caloca es más de seducción estética que de convencimiento argumentativo; es por ello que sus fotografías no nos ofrecen de manera directa otra cosa que no sean las propiedades plásticas de un objeto. Por otra parte, el sobrio manejo del color le confiere a sus piezas una apariencia cercana a la abstracción. La expresión general es de un mensaje austero, cuyas posibilidades de interpretación se dan en la medida en que el espectador es sensible a la imagen. La combinación de permanencia y fugacidad, peso y ligereza de cada fotografía sugiere su propio ser; los límites dentro de los cuales se mueve.
Los objetos seleccionados no quieren decir algo literal, no remiten a un significado como un signo, sino que se muestran al observador, el cual se ve obligado a detenerse delante de ellas y reflexionar. Los objetos fotografiados, no están realmente ahí, es decir, no manifiestan una auténtica presencia, sino que sólo surgen como ellos mismos cuando se les observa, cuando se les recupera del olvido.

Manuel Velázquez
Noviembre 2012

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